El potencial de las energías renovables es enorme en América Latina. Así lo apunta la Agencia Internacional de la Energía (AIE). El organismo calcula que la región podría cubrir toda su demanda adicional de energía de aquí a 2030 con este tipo de fuentes. Además de contribuir a los objetivos climáticos internacionales, daría al territorio un gran margen para aumentar sus exportaciones.
«América Latina y el Caribe pueden desempeñar un papel destacado en la nueva economía energética mundial» subraya su director ejecutivo, Fatih Birol. El dirigente insiste en que con sus «increíbles recursos naturales» y el peso que tienen las energías renovables, los países de la región cuentan «con ventaja en las transiciones seguras y sostenibles hacia la energía limpia».
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América Latina tiene, por tanto, una enorme oportunidad. Apoyarse en las renovables «impulsaría el crecimiento de las economías locales y daría mayor seguridad al sistema energético mundial», añade Birol.
En su primer informe dedicado específicamente a la región, la AIE advierte, sin embargo, de que con las políticas actuales los combustibles fósiles seguirán cubriendo una amplia parte de la demanda de energía.
Con las políticas de hoy, el peso de los combustibles fósiles en el consumo energético de Latinoamérica disminuirá muy lentamente.
En paralelo las renovables subirían del 28 % en 2022 al 40 % en 2050.
El ritmo aceleraría si se aplicaran los compromisos que han hecho los países de la región con la transición energética. En el caso de 16 de ellos implica un nivel de cero emisiones netas de dióxido de carbono (CO2) para mediados de siglo. Lograrlo impulsaría una oportunidad de negocio.
En ese caso, el pico de demanda para cada uno de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) se alcanzaría de aquí a 2030. Para 2050 se reduciría en más de la mitad el consumo de petróleo.
Una de las consecuencias, teniendo en cuenta que Latinoamérica y el Caribe produjeron unos 8 millones de barriles diarios de crudo en 2022, es que para 2030 la región podría exportar 2 millones de barriles diarios más que ahora.
Eso supondrían más ingresos para la región. En particular para Brasil y Guyana, que se prevé que extraigan cada uno un millón de barriles diarios más. También aportaría más seguridad y flexibilidad para el sistema energético mundial al diversificarse las fuentes de aprovisionamiento, según la AIE.
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Los autores del estudio subrayan que una de las grandes bazas de la región es el sistema eléctrico en el que las renovables ya generan el 60 % de la corriente, el doble de la media mundial, gracias sobre todo a las centrales hidroeléctricas.
Aunque la hidroelectricidad tiene un potencial de crecimiento limitado, ofrecerá una flexibilidad muy útil conforme aumente el peso de la eólica y la solar fotovoltaica. Esta última, incluso con la dinámica política actual, va a duplicar para 2030 su peso relativo respecto al 11 % actual,. En 2050 llegará al 40 %.
Si los países latinoamericanos cumplieran con los compromisos climáticos que han asumido, la transición sería mucho más rápida. Las renovables no sólo acapararían ya en 2030 más del 70 % de la generación de electricidad y más del 90 % en 2050, sino que la electricidad asumiría muchos nuevos usos energéticos en detrimento de los combustibles fósiles.
En concreto, la demanda de electricidad en volumen progresaría un 180 % de aquí a 2050, en lugar del 80 % con las políticas actuales. Estos serían algunos usos destacados:
La AIE señala que Latinoamérica también puede desempeñar un papel crucial en la transición energética global como proveedor de minerales estratégicos. Entre ellos destacan el cobre, el litio, el níquel, el cinc el grafito o la bauxita. En 2022, reportaron a la región unos US$100 mil millones, casi el 30 % del mercado mundial.
De aquí a 2050, esos ingresos podrían duplicarse y compensar una parte del bajón por la venta de combustibles fósiles.
Y es que si en todo el mundo se aplican las medidas prometidas para contener el calentamiento global, los países de Latinoamérica y el Caribe pasarán de ingresar unos US$420 mil millones en 2022 por combustibles fósiles, a menos de US$300 mil millones en 2030 y US$145 mil millones en 2050.
Uno de los grandes retos para la transición energética en la que han manifestado su voluntad de embarcarse los países latinoamericanos y del Caribe es duplicar para 2030 la inversión en proyectos de energías limpias, hasta US$150 mil millones, y quintuplicarla para 2050.
Información de la agencia EFE
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