La retirada de EE. UU. de la Organización Mundial de la Salud (OMS) plantea un impacto crítico en la salud global. Este movimiento, impulsado por la administración de Donald Trump, deja a la principal agencia sanitaria de las Naciones Unidas en una posición de fragilidad económica y política. Además de abrir la puerta a que otras potencias, como China, aumenten su influencia en el ámbito internacional. Esta decisión forma parte de un conjunto de decisiones, que en tiempo récord pretenden cambiar el rumbo histórico del gigante del norte, afectando el balance del mundo entero.
Estados Unidos ha sido históricamente el principal contribuyente de la OMS. En 2022, aportó más de 713,58 millones de dólares, equivalentes al 32,4% de las contribuciones directas de los Estados miembros y el 20,4% del presupuesto total de la organización. Con esta retirada, la OMS enfrenta un déficit financiero que podría comprometer su capacidad para atender crisis globales como epidemias, desastres naturales y emergencias sanitarias.
“El impacto será devastador”, señala Daniel López Acuña, exdirector de Acción Sanitaria en Crisis de la OMS. “La pérdida de recursos limita la capacidad de la organización para ayudar a millones de personas y coordinar respuestas internacionales. Además, representa un golpe al multilateralismo en salud global”.
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Uno de los efectos más preocupantes de esta decisión es el vacío político que deja Estados Unidos en la OMS. Ashish Jha, excoordinador de respuesta a la pandemia en la Casa Blanca, advierte que este vacío será rápidamente llenado por China. Una potencia que busca expandir su influencia política y económica en el ámbito internacional.
La creciente presencia de China en la OMS podría modificar las prioridades estratégicas de la organización. Según Lawrence Gostin, profesor de derecho de salud pública en la Universidad de Georgetown, “la retirada de Estados Unidos es una herida grave para la salud mundial, pero también para su propia influencia estratégica”.
La OMS no solo es un organismo de asistencia financiera, sino también el encargado de establecer normas y reglamentos sanitarios internacionales que aseguran la respuesta coordinada ante pandemias y otros problemas de salud global. La salida de Estados Unidos no solo debilita la estructura económica del organismo, sino que también envía un mensaje de desinterés hacia la cooperación internacional.
Joan Carles March, experto en salud pública, destaca que la decisión de Trump “es una señal clara de que la OMS y la salud pública global han dejado de ser prioridades para Estados Unidos. Esto pone en peligro la modernización del organismo y su capacidad de responder a emergencias sanitarias futuras”.
Para países en vías de desarrollo, como los de América Latina y el Caribe, esta decisión podría tener un impacto desproporcionado. La región depende en gran medida de los programas de cooperación de la OMS para enfrentar desafíos como la atención a enfermedades infecciosas, la mejora de los sistemas sanitarios y la distribución equitativa de vacunas.
“Con menos recursos, los programas de apoyo en regiones vulnerables serán los primeros en verse afectados”, advierte Adrián Alonso Ruiz, investigador de la ONG Salud por Derecho. Esto deja a muchos países con menos herramientas para enfrentar futuras crisis sanitarias.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de su oficina regional, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), ha implementado recientemente varios programas en América Latina y el Caribe para fortalecer los sistemas de salud y abordar desafíos específicos en la región. A continuación, se destacan algunos de los más recientes:
1. Mejora de la Gobernanza y Ética en la Investigación en Salud (2024): En noviembre de 2024, la OPS brindó apoyo a más de diez países, incluyendo Bolivia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Paraguay, Perú y Trinidad y Tobago, para renovar sus marcos nacionales de investigación en salud. Este esfuerzo busca alinear a estas naciones con estándares internacionales y garantizar que la investigación en salud beneficie a sus poblaciones.
2. Iniciativa para Fortalecer los Sistemas de Salud y Reducir la Desigualdad (2024): En octubre de 2024, la OPS, en colaboración con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), lanzó el informe “La urgencia de invertir en sistemas de salud en América Latina y el Caribe para reducir la desigualdad y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible”. Este documento enfatiza la necesidad de inversiones estratégicas en los sistemas de salud para mejorar la equidad y resiliencia en la región.
3. Subvenciones para la Eliminación de Enfermedades Transmisibles (2022): En diciembre de 2022, la OPS, en colaboración con el Programa Especial de Investigación y Capacitación en Enfermedades Tropicales (TDR), otorgó subvenciones a instituciones de Argentina, Brasil, Haití, México y Perú. Estos fondos están destinados a proyectos de investigación que abordan la tuberculosis, enfermedades oportunistas en personas con VIH/sida avanzado, infecciones de transmisión sexual y el virus linfotrópico de células T humanas (HTLV-1).
4. Comisión Lancet Américas sobre Atención Primaria de Salud y Resiliencia (2023): En diciembre de 2023, la OPS y el Banco Mundial anunciaron la formación de esta comisión con el objetivo de avanzar en el conocimiento que informará la toma de decisiones para fortalecer la atención primaria de salud y la resiliencia en los sistemas de salud de América Latina y el Caribe.
Aunque la retirada formal de Estados Unidos requiere un año para completarse, la incertidumbre es alta. Durante este periodo, EE. UU. tiene la obligación de seguir financiando a la OMS, pero expertos como Jha cuestionan si Trump cumplirá con esta normativa.
Mientras tanto, otros países y actores, como la Unión Europea y fundaciones privadas, deberán aumentar sus contribuciones para llenar el vacío financiero dejado por Estados Unidos. Sin embargo, la pregunta clave es si esta reorganización financiera será suficiente para mantener el funcionamiento pleno de la organización.
La salida de Estados Unidos de la OMS marca un cambio de paradigma en la gobernanza de la salud global. Para América Latina y el Caribe, la incertidumbre es aún mayor, ya que muchos programas esenciales podrían ser recortados. Además, la creciente influencia de China en el organismo plantea interrogantes sobre el futuro de la cooperación sanitaria internacional.
En un mundo interconectado, la salud global no es solo una responsabilidad compartida, sino una necesidad estratégica. Las decisiones unilaterales, como la retirada de Estados Unidos, debilitan la capacidad de respuesta ante los desafíos sanitarios globales. Además, dejan al mundo más vulnerable frente a futuras crisis.
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