En un mundo donde el estrés crónico se ha normalizado como parte del día a día, entender el funcionamiento del cuerpo humano se convierte en una herramienta de supervivencia. Pero ¿y si te dijéramos que existe un nervio capaz de influir en tu ansiedad, tu sistema inmunológico e incluso en tu capacidad de concentración? Ese nervio existe, y se llama el nervio vago.
Conectar cuerpo, mente y emociones ya no es solo un discurso de bienestar; es una realidad científica que cada vez interesa más a investigadores, terapeutas, empresarios de la salud y líderes de bienestar corporativo. En este artículo, exploramos cómo el nervio vago puede convertirse en un aliado poderoso no solo para tu salud personal, sino también como punto de partida para nuevas líneas de negocio y terapias disruptivas.
Accede a las historias más relevantes de negocios, bienestar y tecnología. Entérate de nuestros rankings y eventos exclusivos. Suscríbete y recibe en tu correo el mejor contenido de Mercado.
El nervio vago, cuyo nombre proviene del latín nervus vagus, que significa «errante», es el nervio más largo y complejo del cuerpo humano. Se extiende desde el tronco cerebral, pasando por el cuello, el tórax y llegando hasta el abdomen, conectando casi todos los órganos vitales: corazón, pulmones, hígado, estómago, riñones, intestinos.
De acuerdo con el Dr. Kevin Tracey, presidente del Instituto Feinstein de Nueva York, “el 80% de las fibras del nervio vago son aferentes, es decir, llevan señales desde el cuerpo al cerebro. Esto convierte al nervio vago en una vía de doble sentido entre lo que sentimos y cómo pensamos”. En términos simples: lo que ocurre en tu estómago puede influir en tu estado emocional, y viceversa.
Quizás te pueda interesar: El futuro de los colorantes alimentarios en América Latina
El nervio vago es el eje del sistema nervioso parasimpático, encargado de contrarrestar el sistema simpático (asociado con la respuesta de lucha o huida). Mientras este último nos activa, el nervio vago actúa como un “botón de pausa” fisiológico: regula la frecuencia cardíaca, reduce la presión arterial, mejora la digestión y promueve estados de calma.
La psicóloga Kimberley Wilson, conocida por su trabajo en neurociencia nutricional, explica: “El nervio vago no solo regula el cuerpo; regula cómo interpretamos el mundo. Una buena tonificación vagal puede ayudarte a ver un problema como un reto, y no como una amenaza”.
El concepto del eje intestino-cerebro ha revolucionado la medicina moderna. John Cryan, neurocientífico de la University College Cork, ha demostrado que el nervio vago es la principal vía de comunicación entre el microbioma intestinal y el cerebro. “Lo que comes no solo alimenta tu cuerpo, sino que afecta directamente tu estado de ánimo, tu resiliencia emocional y tu cognición”, afirmó Cryan.
Alimentos fermentados como kéfir, kombucha, chucrut, y el yogur natural alimentan las bacterias intestinales beneficiosas que, a través del nervio vago, pueden influir positivamente en la regulación emocional y la salud mental. Este es un dato relevante para el diseño de dietas funcionales, terapias integrativas e incluso programas corporativos de bienestar.
Quizás te pueda interesar: ¿Lavas el pollo antes de cocinarlo? Cometes un error que puede enfermar a tu familia
Ya se están utilizando dispositivos médicos aprobados para la estimulación del nervio vago en el tratamiento de epilepsia resistente y depresión mayor. En esencia, estos dispositivos actúan como pequeños marcapasos neurológicos que envían impulsos eléctricos al nervio vago, ayudando a estabilizar la actividad cerebral.
Pero lo más prometedor está en su potencial antiinflamatorio. Tracey ha demostrado que activar el nervio vago puede reducir la inflamación sistémica, abriendo una nueva frontera terapéutica para enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide y el Crohn. Esta línea de investigación también está despertando interés en el campo del biohacking y la medicina funcional, dos tendencias emergentes en el sector salud dominicano.
Aunque la estimulación eléctrica médica aún es costosa y de acceso limitado, existen técnicas naturales que cualquier persona puede practicar:
Respiración diafragmática profunda
Cantar o tararear
Repetición de mantras
Ejercicio moderado
Inmersión facial en agua fría
Meditación y yoga
Estas prácticas no solo ayudan a tonificar el nervio vago, sino que pueden formar parte de protocolos de prevención del burnout, manejo del estrés organizacional e incluso de terapias post-COVID, donde el sistema nervioso autónomo suele estar alterado.
Quizás te pueda interesar: Cuatro días de trabajo, siete de bienestar: así mejora tu salud con menos horas laborales
Comprender el rol del nervio vago no solo transforma vidas; transforma industrias. En un país como República Dominicana, donde el estrés laboral, la ansiedad y los trastornos digestivos afectan a un alto porcentaje de la población urbana, el nervio vago representa una oportunidad para integrar nuevas soluciones en centros de salud, clínicas psicológicas, spas terapéuticos, programas de bienestar corporativo y emprendimientos de medicina holística.
Empresas de tecnología médica podrían invertir en dispositivos de estimulación no invasiva; los nutricionistas pueden diseñar dietas vago-friendly; y las clínicas pueden adoptar prácticas basadas en evidencia para mejorar la salud emocional desde una mirada neurofisiológica.
El nervio vago, ese viajero silencioso que recorre todo tu cuerpo, es mucho más que una curiosidad médica: es una puerta de entrada a una salud más completa, integrativa y consciente. En la medida en que lo entendamos y aprendamos a estimularlo, podremos no solo reducir el estrés, sino también construir un modelo de bienestar más humano, más preventivo y más rentable para el ecosistema de salud dominicano.
Suscríbete a la revista y regístrate a nuestros newsletters para recibir el mejor contenido en tu buzón de entrada.