El ruido es un sonido inarticulado que, por lo general, resulta desagradable o molesto y que puede producir una pérdida de audición o interferir en la realización de una actividad. Los trabajadores de oficinas y espacios de trabajo compartidos están continuamente expuestos al escándalo.
Estos sonidos cotidianos que ya están casi tan interiorizados que ni nos percatamos de ellos, producen importantes efectos negativos en las personas que se traducen en problemas en su rendimiento y en su salud. Este malestar lleva implícito un fuerte componente subjetivo. Una misma sonoridad puede ser considerada un elemento molesto para unas personas mientras que para otras no.
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Algunos factores que pueden influir son la franja horaria, la actividad de la persona en ese momento, el tiempo de exposición, el intervalo entre exposiciones, los antecedentes socioculturales, lo habituada que esté la persona a una determinada bulla, si es continuo o intermitente, la intensidad y la frecuencia del sonido y la edad del receptor.
Se pueden distinguir dos tipos de ruidos: procedentes del interior, donde tienen cabida las conversaciones telefónicas, el zumbido del aire acondicionado, el sonido de las teclas, el movimiento de las sillas, los chirridos de tacones y zapatos o el ruido de la maquinaria de oficina, y los procedentes del bullicio exterior. Además, el cansancio derivado del ruido puede provocar problemas posturales dado que se hace difícil mantenerse en una postura ergonómica.
Según un informe de la compañía de centros auditivos Oi2, los sonidos de los teléfonos, los faxes, las impresoras, las conversaciones de los compañeros de trabajo, el aire acondicionado y el sonido de las teclas de los ordenadores son los ruidos más molestos para los trabajadores de una oficina.
Una persona puede permanecer en su espacio de trabajo más de ocho horas diarias, lo que supone más de 40 horas semanales y más de 160 mensuales. Estos escándalos tienen consecuencias directas sobre el rendimiento del trabajador; la más inmediata es la reducción de su concentración, haciendo que sea menos efectivo en sus tareas laborales.
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Hay tres áreas que deben abordarse para crear un buen confort acústico: el comportamiento de las personas, el diseño del espacio de trabajo y el tratamiento acústico. Integrando estas tres áreas se puede lograr un lugar confortable y compatible con todos los estilos y actividades.
El empleado promedio experimenta una interrupción cada tres minutos. A continuación te detallamos algunas claves para reducirlas:
Por Celeste Pérez
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