«Tenemos la confianza de haber eliminado la transmisión local del virus en Nueva Zelanda», dijo el director general de la Sanidad neozelandesa, Ashley Bloomfield, en una rueda de prensa en Wellington, al recalcar que su país lleva 18 días consecutivos sin ningún nuevo caso de COVID-19.
Mientras Europa comienza a abrirse tras esta pandemia sin haber derrotado al coronavirus- que ha infectado a más de 7 millones de personas en el planeta, incluyendo a más de 400,000 muertos, Nueva Zelanda lo hace con un país libre de covid-19.
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Al enterarse el lunes de que Nueva Zelanda ya no tenía casos activos entre sus 5 millones de habitantes, la primera ministra laborista, Jancinda Ardern, contó a periodistas que hizo «una pequeña danza» con su hija Nee de dos años en el salón de su casa.
Uno de los aspectos clave de esta «nueva normalidad» es el uso de un código QR que hay que escanear con el teléfono móvil a la entrada y salida de los negocios y permite a las autoridades un rápido rastreo si surge un nuevo brote.
La vuelta a la normalidad permitirá a Nueva Zelanda ser el primer país en el mundo que abra sus estadios de Rugby al público sin restricciones de capacidad el próximo sábado cuando los Highlanders reciban a los Chiefs en un encuentro de la Súper Rugby Aotearoa (nombre maorí de Nueva Zelanda) que enfrenta a cinco equipos.
El país oceánico no solo tiene una cifra baja de infecciones (1.154 casos confirmados de covid-19, incluyendo a 22 fallecidos) sino que además espera declarar oficialmente erradicado el virus el próximo 15 de junio, cuando se cumplan 28 días desde que se dio el alta al último caso de «infección local por fuente desconocida».
En Nueva Zelanda, donde se han hecho un total de 296.000 pruebas para detectar el coronavirus en su población, se mantienen las fronteras cerradas a extranjeros de manera indefinida aunque se permiten las repatriaciones.
A aquellos nacionales que vuelven a su país se les aplica una cuarentena de 14 días y a partir de hoy se les someterá a dos pruebas durante ese periodo.
El éxito de Nueva Zelanda, país aplaudido internacionalmente por su gestión de la pandemia, se atribuye a las medidas tempranas y una de las más estrictas del mundo para atajar el coronavirus cuando con 50 casos ordenó el 25 de marzo una cuarentena obligatoria.
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