Hay tragos, y tragos clásicos. Y entre los primerísimos lugares, sin duda el Bloody Mary es uno que viene a la mente y está estrechamente ligado a la historia del St Regis.
El mítico Bloody Mary, cuenta la historia que fue Fernand Petiot quien en 1920 en el Harry’s New York Bar de París lo inventó, mezclando a partes iguales vodka y jugo de tomate. Cuando Petiot se traslada a los Estados Unidos para ser jefe de bar del King Cole Bar en el Saint Regis Hotel de Nueva York, la receta evoluciona cuando añade sal, limón, salsa Perrins y tabasco. El nombre, demasiado atrevido para la época y la clientela distinguida del hotel, hizo que se conociera como Red Snapper, aunque no ha trascendido tanto como su original.
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La fama mundial del King Cole Bar en el Saint Regis Hotel de Nueva York no sólo radica en la polémica y admirada pintura de Parrish que lo adorna , sino básicamente en otra obra de arte: en ese trago llamado Bloody Mary. Porque un año antes de que Old King Cole y sus fiddlers three desembarcaran en el St. Regis, este barman llegado de París, ya hacía de las suyas detrás de la barra. Había traído consigo ese cocktail, al parecer concebido por él mismo.
La mezcla que lo compone descansa básicamente en un tercio de vodka y dos de jugo de tomate, a los que se agregan aderezos varios. Pero las pistas sobre el origen del Bloody Mary, su receta exacta y el lugar donde fue concebido, no son del todo claras.
Una de las versiones más repetidas y aceptadas cuenta que Petiot había recibido, de manos de un exiliado ruso en París, varias botellas de un excelente vodka moscovita. Sin saber qué hacer exactamente con la bebida, y para bajarle su alta graduación alcohólica, decidió mezclarla con jugo de tomate.
Un cliente yankee del Harry’s Bar habría bautizado el trago en honor a una chica de nombre Mary, corista o moza de un club de Chicago llamado The Bucket of Blood, pero dado lo retorcido de la historia el barman habría preferido presentar el trago a sus clientes de la rue Daunou como un homenaje a la reina británica Mary Tudor.
La historia vuelve a enredarse al otro lado del océano, cuando Petiot llega a Nueva York y es contratado en el bar del St. Regis. La versión más romántica y difundida cuenta que el gerente del hotel (o un habitué) encontró el trago algo soso, y que para complacerlo, Petiot le agregó los mágicos aderezos que lo modificarían para siempre: sal, pimienta negra, limón, salsa Worcestershire y Tabasco.
Una pista distinta atribuye la creación del cocktail a otro barman, George Jessel, y cita artículos de prensa en los que el propio Petiot reconoce que la mezcla de base no fue idea suya, aunque se adjudica el mérito de los posteriores aditivos que terminaron de darle forma al trago.
En todo caso, el King Cole Bar presume de haber perfeccionado el Bloody Mary y de haberlo presentado en sociedad en Estados Unidos.
Como lo de María sanguinaria sonaba demasiado vulgar en ese aplomado recinto, hasta hoy el bar del St. Regis lo sirve bajo el nombre con que allí fue rebautizado: Red Snapper. Y lo hace acompañado del elegante copetinero en el que viajan almendras, castañas, avellanas, pretzels y otros snacks hoy a la moda, como los crocantes de wasabi.
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