¿Alguna vez nos hemos detenido a considerar cómo esta costumbre de quejarnos por todo afecta a nuestro cerebro y, por ende, a nuestra salud mental? En este artículo, exploraremos el intrigante vínculo entre quejarse y sus consecuencias en el órgano más complejo de nuestro cuerpo.
Quejarse de forma crónica puede tener un efecto negativo en el cerebro y la salud mental
El acto de quejarse puede parecer inofensivo, una válvula de escape para las frustraciones diarias. Sin embargo, la ciencia revela que las quejas pueden tener un impacto significativo en la estructura y función del cerebro. La Dra. Laura Anderson, neurocientífica destacada, explica que la queja crónica puede desencadenar una cascada de reacciones negativas en el cerebro.
«Cuando nos quejamos constantemente, activamos la amígdala, una región del cerebro asociada con las emociones negativas como el miedo y la ira», señala la Dra. Anderson. «Este estímulo repetitivo puede llevar a cambios en la plasticidad cerebral, afectando la capacidad del cerebro para adaptarse y procesar información de manera saludable».
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Las quejas persistentes no solo afectan la estructura cerebral, sino que también tienen implicaciones directas en la salud mental. El Dr. Richard Carter, psicólogo clínico, ha investigado extensamente la relación entre la queja y los trastornos del estado de ánimo.
«La queja crónica puede contribuir al desarrollo de la ansiedad y la depresión», advierte el Dr. Carter. «La constante focalización en lo negativo puede alterar los niveles de neurotransmisores clave, como la serotonina y la dopamina, que desempeñan un papel crucial en la regulación del estado de ánimo».
La neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para reorganizarse y formar nuevas conexiones, también entra en juego en este escenario. La Dra. Anderson explica que, si bien el cerebro puede adaptarse a situaciones estresantes, la queja crónica puede inducir cambios negativos en la plasticidad cerebral.
«La repetición de pensamientos negativos asociados con las quejas puede fortalecer conexiones sinápticas negativas, creando patrones mentales perjudiciales», destaca la Dra. Anderson. «Esto puede dificultar la adopción de perspectivas positivas y la búsqueda de soluciones constructivas».
La queja crónica puede convertirse en un hábito negativo que refuerza patrones de pensamientos negativos
Según un estudio publicado en la revista científica «El Tiempo», exponerse a 30 minutos de quejas diarias puede perjudicar las neuronas del hipocampo, la parte del cerebro que se utiliza para la resolución de problemas y el funcionamiento cognitivo. Además, la queja puede convertirse en un hábito que limita nuestras potencialidades y genera una actitud negativa en quienes nos rodean.
De acuerdo a Steven Parton, investigador y experto en neurociencias, quejarse afecta al cerebro y tiene graves repercusiones negativas para la salud mental. Además, el doctor Travis Bradberry, autor del libro “How Complaining Rewires Your Brain For Negativity”, señala que quejarse constantemente hace que el cerebro se incline cada vez más hacia la negatividad y se vuelva un círculo vicioso en el que llegan a ti más motivos para quejarte y estar a disgusto.
Es importante reconocer que la queja no es una solución efectiva a los problemas. En lugar de quejarse, se pueden tomar medidas para resolver los problemas de manera constructiva.
Por ejemplo, si una persona se siente abrumada por el trabajo, puede hablar con su jefe para establecer prioridades claras y realistas. Si una persona se siente sola, puede buscar actividades sociales que le interesen. También es importante practicar la gratitud.
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Aunque la perspectiva puede parecer sombría, existe esperanza para aquellos atrapados en el ciclo de la queja crónica. La Dra. Anderson sugiere la práctica consciente de la gratitud como una estrategia eficaz para contrarrestar los efectos negativos.
«La gratitud activa regiones cerebrales asociadas con emociones positivas, como el córtex prefrontal y el hipotálamo», afirma la Dra. Anderson. «Al entrenar la mente para enfocarse en lo positivo, podemos contrarrestar los efectos perjudiciales de la queja en el cerebro».
Por su parte, el Dr. Carter también destaca la importancia de la autorreflexión «Es crucial examinar la fuente de nuestras quejas y preguntarnos si estamos adoptando una actitud proactiva para abordar los problemas en lugar de simplemente quejarnos de ellos».
Es importante ser conscientes de nuestras quejas y buscar formas más constructivas de afrontar los problemas
En última instancia, la queja no es inherentemente perjudicial, pero su impacto en el cerebro y la salud mental radica en la frecuencia y la naturaleza de la queja.
Al entender cómo las quejas afectan nuestro órgano pensante, podemos tomar medidas para transformar este hábito negativo en una mentalidad más positiva y empoderadora.
La queja es una respuesta emocional común a situaciones estresantes. Aunque quejarse puede proporcionar un alivio temporal, la exposición repetida a la queja puede tener efectos negativos en el cerebro.
William Coss
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