Desde el momento en que una mujer se convierte en madre, su vida cambia de manera drástica. El dulce aroma del recién nacido llena cada espacio de su corazón, pero detrás de esta alegría inmensa, puede haber una sombra llamada «baby blues», un término también conocido como tristeza posparto.
Esta es una condición común que afecta a muchas mujeres poco después de dar a luz, es un momento en el que las emociones pueden oscilar entre la felicidad abrumadora y la tristeza inexplicable. Expertos destacan que, a diferencia de la depresión posparto, los síntomas son más graves e intensos, y en la tristeza luego del parto los indicios generalmente desaparecen al poco tiempo que la mujer pasa por todo este proceso.
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Las estadísticas varían, pero se estima que alrededor del 85 % de las mujeres sufren tristeza luego de haber traído al mundo a su primogénito.
El “baby blues” tiene su origen en los cambios hormonales que ocurren en el cuerpo de una mujer después del parto. Según detalla el National Institute of Mental Health, durante el embarazo, los niveles de hormonas, como el estrógeno y la progesterona, aumentan significativamente. Sin embargo, después que las mujeres dan a luz, estos niveles se desploman rápidamente, afectando el estado de ánimo y provocando sentimientos de preocupación, infelicidad y agotamiento en ellas.
Además, este desequilibrio emocional puede estar relacionado con el cansancio físico y emocional que acompaña al cuidado de un recién nacido. Las noches sin dormir y la atención constante que requiere el bebé pueden agotar a la nueva madre, lo que a su vez puede intensificar las emociones negativas. Es importante recordar que estas perturbaciones son una respuesta natural y temporal a estos cambios y no debe confundirse con la depresión posparto, ya que es una condición más seria que requiere atención médica.
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La especialista en psicología clínica Teresa Bobes Bascarán de la Universidad de Oviedo, España, explicó en una entrevista para BBC News Mundo que también influyen en el estado de ánimo los cambios en el cerebro de la madre: «Hay estudios con resonancia magnética que muestran una poda de las conexiones neuronales que no son funcionales para la crianza del bebé, para facilitar aquellas conexiones que sí lo son (y que se van a activar para sensibilizarnos a sus necesidades, en deterioro de otras funciones que ya no son tan importantes para su crianza)».
Existen ciertos factores que pueden hacer que una madre sea más propensa a padecer la tristeza posnatal. Puede ser el caso de las mujeres que han lidiado con cambios de ánimo o trastornos depresivos en el pasado o el de las mujeres que han vivido un embarazo con dificultades, ansiedad y cierto malestar por el motivo que sea.
También, las primerizas suelen llegar al parto con mayor ansiedad, así como las que han sido víctimas en un parto anterior de violencia obstétrica, sin embargo, los expertos aseguran que ninguno de estos factores es determinante.
Durante este período de transición emocional, el apoyo de los seres queridos juega un papel fundamental. Los estudios han demostrado que las mujeres que reciben apoyo emocional y práctico tienen menos probabilidades de experimentar síntomas graves de estas fluctuaciones. El simple acto de escuchar a la madre, validar sus sentimientos y ofrecer ayuda con las tareas diarias puede marcar una gran diferencia en su bienestar emocional.
Aunado al apoyo social, el autocuidado es igualmente importante, pues las madres deben priorizar su salud mental y física, reservando tiempo para descansar, relajarse y hacer actividades que les brinden alegría y satisfacción personal. Establecer una rutina equilibrada, practicar ejercicios de relajación y buscar ayuda profesional si los síntomas persisten, son pasos vitales para superar el “baby blues”.
Si los cambios en el estado de ánimo se prolongan por más de tres semanas, es recomendable consultar con un profesional de la salud, dado que existe la posibilidad de que la madre esté experimentando una depresión posparto.
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