Las enfermedades tropicales desatendidas (ETD), un grupo diverso de 20 afecciones, que impactan a más de mil millones de personas desfavorecidas, siendo causadas por diversos agentes como virus, bacterias, parásitos, hongos y toxinas.
Las condiciones precarias en las zonas afectadas, con falta de agua segura y saneamiento, contribuyen a la propagación de estas patologías, responsables de miles de muertes evitables anualmente.
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Históricamente relegadas en la agenda de salud global, estas enfermedades reciben escasa atención y financiamiento. La Organización Mundial de la Salud (OMS), incluyó en su lista a la rabia, leishmaniasis, esquistosomiasis filariasis linfática, tracoma, sarna, fascioliasis, pian, micetoma, oncocercosis, geohelmintiasis y algunas arbovirosis como el dengue, el zika y chikungunya que también afectan a grandes centros urbanos. Incluso la noma, añadida recientemente, afecta gravemente a niños mal nutridos en regiones de extrema pobreza.
Las enfermedades tropicales desatendidas pueden prevenirse, controlarse y eliminarse.
A nivel económico, estas enfermedades generan costos significativos en salud, productividad y logros socioeconómicos, además de provocar estigmatización y discriminación.
«El cambio climático, la deforestación y las situaciones de pobreza son algunos de los factores que favorecen su expansión. Más allá de las consideraciones técnicas, en la actualidad se debería considerar que la pandemia por el coronavirus detuvo o incluso generó retrocesos en el control de las enfermedades desatendidas. Hay que trabajar por mejorar su prevención, control y el acceso al tratamiento», aseveró Andrea Marchiol, coordinadora de proyectos relacionados con enfermedad de Chagas en la organización DNDI.
A pesar de los avances, muchos tratamientos no llegan a quienes más los necesitan, y la pandemia de COVID-19 ha desviado la atención y recursos de los programas de control. La Fundación Mundo Sano y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), destacan la importancia de la adaptación e innovación para reanudar programas interrumpidos y abordar estas enfermedades.
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La OMS estableció una hoja de ruta para las enfermedades tropicales desatendidas (2021-2030), alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). No obstante, la pandemia y la reducción de inversiones ponen en riesgo estas metas. En el Día Mundial de las Enfermedades Tropicales Desatendidas 2024, la OPS hizo un llamado a la colaboración global, destacando la importancia de integrar estrategias contra estas enfermedades en las políticas de cobertura universal de salud.
De acuerdo con la OPS, este debe ser un trabajo mancomunado para mejorar la salud de las personas y así exista un mayor bienestar, al establecer que: «como un componente fundamental de la seguridad sanitaria mundial, haciendo hincapié en que su prevención, control y eliminación son esenciales para salvaguardar y aumentar el bienestar mundial”.
La meta ambiciosa de eliminar al menos una enfermedad desatendida en 100 países para 2030 es un recordatorio de la urgencia de abordar este desafío de salud mundial.