Las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2024 se perfilan como uno de los eventos más reñidos en la historia reciente del país. La contienda entre Kamala Harris y Donald Trump mantiene a los votantes en vilo, con ambos candidatos con opciones a quedarse con el sillón de la Casa Blanca.
Esta elección no solo destaca por su cerrada competencia, sino también por la incertidumbre en torno a la rapidez con la que se podrá determinar al ganador, dadas las complejidades del sistema electoral y el clima político polarizado.
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Tradicionalmente, el vencedor de las elecciones presidenciales se anuncia durante la noche electoral. Sin embargo, en elecciones recientes se han producido excepciones. En 2016, el triunfo de Donald Trump frente a Hillary Clinton fue confirmado a las 02:30 a.m. del día siguiente.
Pero en el año 2000, la disputa entre George W. Bush y Al Gore retrasó el anuncio del ganador hasta después de un recuento en Florida y una decisión del Tribunal Supremo, prolongando el proceso durante 36 días.
La elección de 2020 también se vio afectada por los retrasos en el conteo de votos por correo, debido a un aumento sin precedentes en el uso de esta modalidad durante la pandemia de COVID-19. En esa ocasión, Joe Biden fue confirmado como ganador cuatro días después de la elección, cuando se certificaron los votos en Pennsylvania.
El escenario para el anuncio de resultados el 5 de noviembre dependerá en gran medida de la claridad en los resultados de los estados clave. La posibilidad de una victoria decisiva para cualquiera de los candidatos podría acelerar el proceso, mientras que un resultado reñido extendería el conteo y el escrutinio en diversos estados.
Si Donald Trump logra una mayoría significativa en los votos de los estados clave, el resultado podría confirmarse la misma noche electoral o a primeras horas del 6 de noviembre. En este caso, los demócratas, que hasta ahora se han mostrado reacios a impugnar los resultados en ausencia de evidencia sólida, podrían aceptar la derrota sin mayores contratiempos.
En caso de una mayoría clara para Kamala Harris, la reacción del Partido Republicano podría ser diferente. Trump ha dejado entrever que solo aceptaría una derrota si considera que el proceso es justo y legal, lo cual podría desencadenar una serie de desafíos legales por parte de los republicanos. Los demócratas, conscientes de esta posibilidad, han organizado un equipo legal preparado para responder a las impugnaciones y defender la legitimidad de los resultados en caso de una victoria de Harris.
La contienda cerrada en estados clave podría prolongar el conteo de votos, especialmente en aquellos con normas estrictas para el escrutinio de votos anticipados y por correo. Estados como Pennsylvania y Wisconsin, donde el recuento de estos votos no comienza hasta el día de la elección, podrían ver un retraso significativo en el anuncio de resultados.
Estos retrasos abrirían la puerta a que Trump o sus seguidores cuestionen la legitimidad del proceso, sobre todo si el conteo inicial da ventaja a los republicanos antes de que los votos por correo, en su mayoría demócratas, se contabilicen.
El voto por correo ha sido una fuente de tensión y controversia en las últimas elecciones en Estados Unidos. En 2020, alcanzó cifras récord con más de 64 millones de papeletas, lo que causó demoras en el proceso de conteo. Los votos por correo requieren un control administrativo exhaustivo, incluyendo la verificación de firmas y la confirmación de la elegibilidad del votante.
Dependiendo de las leyes de cada estado, este proceso puede comenzar antes o después del día de la elección, contribuyendo así a posibles retrasos.
En esta elección, los estados con alta participación de voto por correo podrían ser escenarios de disputas legales si los resultados no se definen rápidamente. Pennsylvania y Wisconsin son particularmente vulnerables, ya que el conteo de los votos por correo no inicia hasta el día de la elección, lo cual podría alargar los resultados varios días. En consecuencia, los republicanos podrían utilizar este margen de tiempo para hacer afirmaciones prematuras de victoria o alegar fraude electoral, estrategias que ya han sido usadas en ciclos anteriores.
La dinámica del conteo de votos podría llevar a escenarios en los que los resultados preliminares favorezcan a Trump, ya que los votos en persona suelen ser contados primero y en su mayoría benefician a los republicanos.
Si Trump se adelanta en los conteos iniciales, podría declarar victoria antes de que los votos por correo se sumen al total. Este fenómeno, conocido como «espejismo rojo», podría aumentar la tensión y la incertidumbre, creando un ambiente propenso a disputas legales y alegatos de fraude que prolongarían el proceso electoral.
En un escenario de resultados disputados, el proceso electoral podría trasladarse a los tribunales. Ya en 2020, Trump presentó más de 60 demandas para invalidar papeletas y cuestionar los cambios en los procedimientos de votación; sin embargo, la mayoría de estas demandas no prosperaron.
Para las elecciones de 2024, los estados tienen la obligación de certificar sus resultados antes del 12 de diciembre, de acuerdo con la Ley de Reforma del Recuento Electoral de 2022. Este plazo busca reducir las demoras y aclarar el panorama antes de la reunión del Colegio Electoral.
Después de la certificación de los estados, el 17 de diciembre, los electores de cada estado se reunirán para emitir su voto oficial por el presidente y el vicepresidente. Sin embargo, el conteo formal de estos votos se llevará a cabo el 6 de enero de 2025 en una sesión conjunta del Congreso.
Este acto simbólico, en el que se oficializan los resultados, podría enfrentarse a interrupciones si persisten las impugnaciones de alguno de los candidatos, creando incertidumbre hasta el último momento.
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