Las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos se presentan reñidas, y grandes empresas de sectores como la banca, defensa, tecnología y energía observan con cautela, conscientes de que el resultado puede afectar profundamente sus operaciones y estrategias. Aunque figuras clave en el mundo corporativo han preferido mantenerse en silencio, las acciones y donaciones de algunos líderes empresariales reflejan sus intereses y expectativas.
El analista Jean-Paul van Oudsheusden, de eToro, destaca que la diferencia crucial entre los candidatos reside en sus políticas fiscales, lo que genera una división en las preferencias del sector empresarial. Sin embargo, la implementación de dichas políticas también dependerá de la composición del Congreso, lo cual añade otra capa de incertidumbre a la situación.
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Las propuestas fiscales de los candidatos representan una división clara en la política económica de ambos partidos. La candidata demócrata Kamala Harris propone aumentar el impuesto corporativo del 21 % al 28 %, mientras que Donald Trump, candidato republicano, promete reducirlo al 15 % y favorece políticas arancelarias orientadas a reducir las importaciones, especialmente de productos chinos. Este contraste genera incertidumbre en los mercados y suscita inquietud en diversas industrias.
Un análisis de la gestora Mirova, filial de Natixis IM, sugiere que una victoria de Harris beneficiaría a las grandes empresas de capitalización y a los sectores cíclicos, mientras que una victoria de Trump favorecería a empresas de menor tamaño y a aquellas enfocadas en el consumo discrecional.
El sector financiero, particularmente la gran banca, podría ser uno de los más afectados por cambios en los impuestos y en las políticas regulatorias. Bajo una administración demócrata, es posible que se implementen mayores controles sobre las “comisiones basura”, cargos que han sido foco de sanciones recientes a bancos como Bank of America y Wells Fargo. Estas acciones de regulación buscan brindar transparencia y proteger al consumidor.
Además, debido a la reciente caída del Silicon Valley Bank, es probable que se establezcan requisitos más estrictos para que las entidades financieras reserven capital como medida de seguridad ante potenciales crisis financieras. Estas reservas podrían reducir las ganancias en el sector.
Los analistas señalan que la política de impuestos y regulación en la banca será determinante para el desempeño de estas instituciones, independientemente del resultado de las elecciones.
El sector tecnológico también está pendiente de los posibles cambios de administración, especialmente por la influencia de figuras como Elon Musk, quien ha mostrado apoyo hacia la campaña de Trump. Según van Oudsheusden, una victoria republicana podría favorecer a los inversores en tecnología debido al apoyo a la competencia a través de fusiones y adquisiciones, una estrategia que promueven algunos líderes del sector para fortalecer la competitividad.
Sin embargo, el futuro de la industria también depende de la dirección que tome la Comisión Federal de Comercio (FTC) bajo una nueva administración. La actual directora, Linda Khan, ha liderado varias acciones antimonopolio contra las «Big Tech», y un cambio de liderazgo podría influir en la regulación del sector, afectando tanto a las empresas de mayor tamaño como a las startups emergentes. De acuerdo con CNBC, el impacto final en la industria tecnológica se determinará por la selección de los jefes de las agencias regulatorias, incluyendo las del Tesoro y Justicia.
En el sector de defensa, los analistas anticipan un alto presupuesto en caso de una victoria de Trump, quien en su primer mandato aumentó considerablemente el gasto en defensa. No obstante, el candidato republicano ha expresado reservas sobre continuar con la financiación a Ucrania en su conflicto con Rusia.
Esta postura genera incertidumbre entre las empresas de defensa, que observan de cerca las decisiones de los gobiernos occidentales para contrarrestar la influencia de Rusia y China en el ámbito militar.
Por su parte, Harris ha propuesto endurecer el acceso de las aseguradoras privadas al plan Medicare Advantage, lo que afectaría significativamente a las empresas de seguros y hospitales privados. En contraste, las farmacéuticas podrían experimentar un impacto menor, ya que sus operaciones dependen menos de las políticas de acceso a servicios públicos.
En el sector energético, las posturas son tradicionales: los republicanos suelen favorecer los combustibles fósiles, mientras que los demócratas apoyan las energías renovables. No obstante, las políticas hacia los productores de petróleo y gas en países como Irán, Rusia y Venezuela también desempeñan un papel crucial.
Según un análisis de S&P 500 Global, la posición de los Estados Unidos en sanciones hacia estos países influirá directamente en los precios y el acceso al suministro de combustibles. Trump ha ofrecido suprimir las normativas climáticas impuestas por la administración Biden, con una recaudación récord de la industria petrolera de 200 millones de dólares para su campaña, un 88 % de los cuales proviene de donantes republicanos, de acuerdo con datos de OpenSecrets.
Independientemente de los resultados electorales, algunos analistas prevén un aumento en los mercados bursátiles y en los rendimientos de la deuda a corto plazo. Barclays anticipa que la volatilidad inicial podría traducirse en una subida en las bolsas tras el 5 de noviembre. Además, sectores como el de infraestructura y tecnología podrían beneficiarse sin importar el resultado de las elecciones, ya que tanto demócratas como republicanos coinciden en la necesidad de actualizar la infraestructura en el país y de competir tecnológicamente con China.
Por último, una victoria de Harris podría limitar las recompras de acciones, una estrategia que ha alcanzado volúmenes casi récord en el último año. Esta medida se alinearía con una posible regulación más estricta en los mercados, mientras que, de ganar Trump, es probable que esta práctica continúe beneficiando a los grandes accionistas.
Redacción basada en información de EFE
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