En la era de la hiperconexión, vivimos más tiempo conectados a una pantalla que a nuestras propias vidas. Según un estudio reciente de DataReportal, el dominicano promedio pasa más de seis horas diarias frente a dispositivos electrónicos. Esta cifra supera, incluso, el tiempo destinado al descanso, la actividad física o la conversación cara a cara. Aunque la tecnología ha sido una aliada en el progreso de los negocios, la educación y la salud, su uso excesivo está erosionando el bienestar personal y colectivo.
Reducir el tiempo frente a las pantallas no es un lujo, sino una necesidad urgente respaldada por evidencia científica. A continuación, te presentamos cuatro razones poderosas por las que desconectarte puede cambiar tu vida (y tu salud) para mejor.
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Pasar largas horas frente a pantallas se ha convertido en un factor de riesgo silencioso. Estudios publicados por la Organización Mundial de la Salud advierten que el sedentarismo prolongado está relacionado con enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes tipo 2 y problemas cardiovasculares. Al limitar el tiempo digital, se abre la posibilidad de realizar más actividad física, incluso en entornos urbanos.
Además, evitar las pantallas al menos una hora antes de dormir mejora la calidad del sueño al reducir la exposición a la luz azul, que interfiere con la producción de melatonina. También se alivian dolencias musculares comunes como el dolor cervical y lumbar, y se protege la vista del síndrome de fatiga visual digital.
Dato clave:
El Instituto Dominicano de Cardiología ha reportado un incremento de consultas por dolencias asociadas al sedentarismo tecnológico, especialmente en adolescentes y adultos jóvenes.
Los momentos sin pantallas fomentan una reconexión con lo tangible. La psicología del desarrollo infantil señala que el juego libre y la exploración del entorno físico son esenciales para el aprendizaje y el desarrollo emocional. Esta premisa también aplica para adultos: caminar sin auriculares, leer un libro físico o visitar un espacio natural puede mejorar el enfoque y reducir el estrés.
Practicar un “ayuno digital” permite redescubrir pasatiempos olvidados, desde la jardinería hasta la pintura o la música. A largo plazo, esta diversificación de intereses enriquece el bienestar personal y mejora el rendimiento laboral al estimular la creatividad.
Aunque las redes sociales prometen conectar, lo cierto es que una presencia digital constante puede sustituir, y debilitar, las relaciones significativas. Reducir el uso de pantallas libera tiempo para interactuar con la familia, cultivar amistades y participar en la comunidad.
En la República Dominicana, donde el sentido de colectividad es parte de la cultura, compartir tiempo cara a cara tiene un valor emocional incalculable. Los expertos del Centro de Atención Integral a la Primera Infancia (CAIPI) han destacado que la interacción directa es clave para desarrollar habilidades socioemocionales desde los primeros años de vida.
Desconectarse es una forma de reconectar: con el otro, con uno mismo y con el presente.
Diversas investigaciones, entre ellas las realizadas por el National Institutes of Health (NIH), han demostrado una correlación directa entre el uso excesivo de pantallas y el aumento de síntomas como ansiedad, insomnio, fatiga mental y depresión. La exposición constante a contenido violento, polarizante o distorsionado de la realidad puede afectar profundamente la salud emocional.
En contraste, reducir el consumo digital contribuye a un estado emocional más equilibrado, promueve una mayor autoestima y mejora la percepción del entorno. Además, al participar en actividades sociales fuera de lo digital, se fortalecen mecanismos psicológicos protectores como la resiliencia y la empatía.
Dato clave:
Según la Sociedad Dominicana de Psiquiatría, ha habido un aumento del 28% en los diagnósticos de ansiedad en jóvenes entre 14 y 25 años en la última década, en parte debido a la sobreexposición digital.
La tecnología no es el enemigo. El problema surge cuando dejamos que los algoritmos definan nuestras prioridades. Recuperar el equilibrio entre el mundo digital y la vida real no solo nos da salud: nos devuelve el tiempo de calidad que, sin darnos cuenta, estamos perdiendo.
Empieza poco a poco: una hora menos frente a la pantalla al día puede marcar la diferencia. Porque estar presente —de verdad— es el primer paso hacia una vida más plena y saludable.
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