¿Sabías que el ruido puede ser tan peligroso como fumar? Descubre por qué

Hace más de un siglo, el médico y microbiólogo Robert Koch, ganador del Premio Nobel, advirtió: “Un día la humanidad tendrá que luchar contra el ruido tan ferozmente como contra el cólera y la peste”. Ese día podría ser hoy, ya que el ruido ambiental se ha convertido en el segundo factor de riesgo ambiental para la salud, solo por detrás de la contaminación atmosférica.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que 22 millones de personas en la Unión Europea sufren de molestias crónicas debido al ruido, lo que resulta en la pérdida de más de un millón de años de vida saludable, 12,000 muertes prematuras y 48,000 casos de enfermedades coronarias cada año.

¿Qué es el ruido ambiental?

El ruido ambiental se refiere a cualquier sonido no deseado o dañino generado por la actividad humana. Puede provenir de diversas fuentes, como el tráfico vehicular, la industria, la construcción, o incluso la música a alto volumen.

Según la Directiva Europea de Ruido, exposiciones a niveles superiores a 55 dB durante el día, tarde y noche se consideran perjudiciales para la salud.

Esto equivale a estar constantemente expuesto a un ruido similar al de una conversación, lo cual, sorprendentemente, afecta a más de 10 millones de personas en España.

Impacto en la salud: más que molestia

El ruido no solo es una molestia; es un problema de salud pública. Los principales efectos no auditivos reconocidos por la OMS y la Agencia Europea de Medio Ambiente incluyen trastornos del sueño, deterioro cognitivo, alteraciones metabólicas y problemas cardiovasculares.

El modelo de reacción al ruido destaca que este afecta la salud principalmente a través de una vía indirecta: la percepción cognitiva del ruido provoca activación cerebral y respuesta emocional de molestia. Si esta sensación persiste, puede desencadenar estrés crónico, con consecuencias graves para la salud.

El estrés crónico: Un enemigo silencioso

El estrés psicológico causado por el ruido depende de la sensibilidad individual y la capacidad de cada persona para manejar el estrés.

Aunque algunas personas se «acostumbran» al ruido, el cuerpo sigue reaccionando fisiológicamente. La exposición continua al ruido activa el eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA) y el sistema nervioso simpático, liberando hormonas del estrés como el cortisol y la adrenalina.

Este proceso eleva la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la frecuencia respiratoria, y suprime funciones metabólicas como la digestión y la respuesta inmune. Con el tiempo, este estrés crónico puede llevar a una sobrecarga alostática, aumentando el riesgo de enfermedades cardíacas, hipertensión, diabetes y trastornos neurológicos.

Soluciones: Intervenciones efectivas

Un mundo sin ruido es casi imposible, pero un mundo sin salud tampoco es viable. Por ello, es esencial implementar intervenciones para reducir la exposición al ruido.

Medidas como cambiar el pavimento para reducir la fricción, limitar la velocidad de los vehículos en las ciudades, crear barreras contra el ruido, y planificar urbanísticamente de manera eficiente son cruciales. Un ejemplo exitoso es el proyecto de las superislas en Barcelona, que agrupa manzanas para restringir el tráfico y promover el uso de espacios verdes.

Estos espacios no solo reducen el ruido y la contaminación, sino que también mejoran la calidad de vida al fomentar la actividad física y la interacción social.

Se estima que para 2050, el 68% de la población mundial vivirá en ciudades. La pregunta es, ¿en qué tipo de ciudad queremos vivir? Las decisiones que tomemos hoy sobre el control del ruido y la planificación urbana determinarán nuestra calidad de vida en el futuro. Es hora de actuar y priorizar un entorno saludable y libre de ruido.

Suscríbete a la revista y regístrate a nuestros newsletters para recibir el mejor contenido en tu buzón de entrada.