Las vacunas, en aspecto general, activan las defensas naturales del organismo para que este sea capaz de generar anticuerpos y estar preparado para combatir la enfermedad cuando ésta quiera introducir al cuerpo humano. La inyección contra el nuevo coronavirus no es la excepción; aunque cada uno de nosotros puede ayudar al sistema inmunológico durante la batalla, ¿carecer de un sistema inmune fortalecido marca la diferencia en torno a la eficiencia de la vacuna?
Expertos dicen que sí, pues figura como una respuesta lógica o guiada mayormente por el sentido común. Un sistema inmune débil debe hacer más esfuerzo que uno saludable, por ende, todas las vacunas funcionan pero no al mismo nivel que en el caso contrario; estas personas son más susceptibles a contraer enfermedades.
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“Es prudente tomar todas las precauciones que se estaban tomando antes de estar vacunado», afirma el experto en trasplantes de la Universidad de Medicina de Washington en Seattle, Dr. Ajit Limaye.
Por ello se recomienda la vacunación lo más pronto posible de aquellos individuos con un sistema deficiente a raíz de una enfermedad o medicación, junto a sus familiares, amigos o personas que frecuenten de cerca; así se reduce considerablemente la probabilidad de transmisión del covid-19, fomentando a la vez la inmunidad de rebaño.
En los Estados Unidos, aproximadamente el 3% de los adultos residentes cuentan con un sistema inmunológico pobre, incluyendo dentro del porcentaje a los portadores de VIH o SIDA, receptores de trasplantes, padecientes de cáncer, entre demás enfermedades autoinmunes.
Últimamente diversas economías han instado a la población a aplicarse una tercera dosis de refuerzo contra el SARS-CoV-2, pese a controversia entre los mismos ciudadanos y recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La República Dominicana inició esta campaña tras la aparición de variantes aún más letales del covid-19 en todo el mundo, priorizando a los agentes de salud.
La respuesta inmunitaria a la vacuna varía dependiendo al individuo y puede cambiar en función de prácticas cotidianas en nuestro día a día. Son varios los factores que pueden influir en la respuesta a una vacuna; algunos hacen referencia a características individuales, como la edad, el sexo y su información genética.
Estos hábitos tan sencillos, pueden ser vitales antes y después de inocularse… Pero, ¿cuáles pueden mejorar nuestra respuesta inmunitaria tras la vacunación?
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