La forma en la que amamos depende grandemente de nuestra infancia, problemáticas no resueltas del ser, traumas no reconocidos, entre otros factores. Sin embargo, se ha demostrado en un estudio que nuestro ADN influye en las decisiones tomadas dentro de nuestra percepción sobre el amor.
¿Cómo sé que mi pareja es la ideal?, ¿realmente somos ‘compatibles?, ¿estoy junto al amor de mi vida?, ¿duraré hasta la morir con esta persona?, son algunas de las inquietudes que podrían surgir al momento de insertarse en el mercado amoroso y permanecer emocionalmente disponible hasta encontrar a la persona ideal.
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Pero, ¿cómo conocemos las respuestas certeras a estas preguntas?, ¿existe una respuesta verdadera ante estas inquietudes? Para algunas de ellas solo toca indagar dentro del ser, confiar en nuestros sentimientos, permitirnos sentir y la contestación llega por su propia cuenta. Para otras, una prueba de ADN (si, de las mismas que vemos en Netflix).
La posibilidad de recurrir al ADN para determinar si usted es compatible con otra persona sale de las pantallas y se inserta en la vida real. BBC reseña la historia varios individuos que usan su genética en nombre del amor.
Entre ellas destaca Cheiko Mitsui, quien encontró a su pareja ideal a través de un hisopo de algodón con saliva. Tras un divorcio, largo periodo de desamor, 10 años en búsqueda del amor verdadero, fiestas, amigos de amigos y una agencia para formar relaciones, finalmente Mitsui conoció a Cheiko Date, una casamentera que afirma haber unido a 700 parejas en dos décadas.
Mitsui recurrió a este método con la esperanza que proveyera tranquilidad al dedicarse nuevamente en cuerpo y alma a otra persona. En 2018 resultó ser compatible con un hombre de 45 años, Tohomito, según los valores e intereses compartidos; tras 31 días como una relación casual, estaban listos para formalizarlo, pero no antes de probar su ADN.
«El resultado final no fue del 100%, pero fue casi perfecto», dice Mitsui. «Esperaba ver un buen resultado, pero en realidad fue mucho mejor de lo que esperaba, así que estaba feliz«, por ello decidieron casarse.
Desde 2014 colabora con una empresa suiza que realiza pruebas genéticas capaces de funcionar como «complemento» a la unión amorosa de dos personas. «Es importante tener ambos lados; uno de ellos es la compatibilidad biológica o lo que llamamos química», afirma Tamara Brown, genetista.
Para conseguir los resultados de la prueba de compatibilidad de GenePartner, se extrae un hisopo del interior de la mejilla del cliente, a partir de ello se analiza el HLA (sistema de antígenos leucocitarios humanos), un gen importante para el sistema inmunológico humano.
La empresa suiza se basa en el ‘estudio de la camiseta sudorosa‘ del científico Claus Wedekind; un grupo de mujeres evaluó el olor de camisas usadas por diferentes hombres, los resultados demostraron que preferían las de hombres con genes HLA distintos a los propios.
Brown afirma que GenePartner probó la teoría, encontrando así un patrón similar en 250 parejas casadas: «Cuando conoces a alguien, no se trata de apariencia, se trata de otra cosa. Y cuando esa persona es realmente interesante y no sabes exactamente por qué, en realidad estás sintiendo el HLA«. (por Paola Ferreras)
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