Las lágrimas son producto de un líquido que se origina mediante un proceso corporal llamado lagrimación. Tienen la función de proteger la superficie ocular, especialmente la córnea. Además de nutrir y mejorar la calidad refractiva de la superficie ocular, las lágrimas proporcionan importantísimos datos sobre el funcionamiento de nuestro organismo.
Aunque el componente fundamental de la lágrima es agua salada, contiene otras muchas sustancias disueltas. Principalmente, una capa grasa secretada en la base de las pestañas por las llamadas glándulas de Meibomio, que están en el interior del párpado y desembocan en la superficie ocular. Este componente se mezcla con el acuoso, excretado por las glándulas lacrimales y, al parpadear, se organiza de tal forma que la grasa queda en la zona superficial.
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La lágrima está en contacto con la superficie ocular gracias a unas moléculas denominadas Mucinas, que la anclan a la córnea (lugar transparente del ojo). Precisamente, es la parte donde llegan más terminaciones nerviosas por lo que las lágrimas tienen un contacto casi directo con el sistema nervioso. Por otra parte, la conjuntiva (fracción blanca del ojo) está muy vascularizada, tiene abundancia de vasos sanguíneos. Por lo tanto, si se liberan sustancias del sistema vascular, es posible detectarlas también en las lágrimas, que bañan esta parte del órgano visual.
Elena Vecino Cordero, catedrática de Biología Celular en la UPV/EHU e investigadora principal del Grupo Oftalmo-Biología Experimental, en un artículo publicado en The Conversation, asegura que “cuando las examinamos con detalle utilizando todas las tecnologías que tenemos a nuestra disposición, nos podrían ayudar a diagnosticar enfermedades de forma precoz”.
El grupo de investigación GOBE de la UPV/EHU han detectado potenciales biomarcadores de diagnóstico del Parkinson en las lágrimas. Están desarrollando una prueba de detección temprana de la enfermedad con los biomarcadores que han encontrado en el estudio. El Parkinson afecta a varios sistemas no motores y a los nervios periféricos, por lo que la secreción lagrimal podría estar alterada en estos pacientes, y la composición de las proteínas lagrimales podría mostrar un perfil característico que serviría como biomarcador de diagnóstico.
Celéste Pérez Rodríguez
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