Fatiga persistente aunque duermas bien. Hinchazón pese a comer ligero. Dolores articulares sin explicación, problemas digestivos que se cronifican o ese peso que no baja aunque hagas todo “bien”. Nada de esto debería considerarse normal, y sin embargo, muchas personas viven así durante años. Detrás de todos estos síntomas podría estar un enemigo invisible: la inflamación crónica de bajo grado, una condición silenciosa que deteriora el bienestar físico y emocional de millones sin levantar sospechas.
La dietista integrativa Magda Nedza lo tiene claro: este tipo de inflamación actúa como “un fuego lento” que daña en silencio y se alimenta del estilo de vida moderno. Con su enfoque práctico y su visión holística de la salud, Nedza ofrece herramientas reales para reconocerla y combatirla, durante una entrevista para HOLA. En su libro La inflamación bajo control, propone una hoja de ruta accesible, con menús estacionales, recetas sencillas y consejos de vida que marcan la diferencia.
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“La inflamación crónica de bajo grado es como un incendio pequeñito que nunca termina de apagarse dentro del cuerpo”, explica Nedza. No causa fiebre, ni dolor agudo, ni síntomas visibles al instante. Sin embargo, altera procesos clave como la digestión, el metabolismo o la inmunidad, y se asocia con enfermedades como la diabetes tipo 2, problemas cardiovasculares, trastornos digestivos, infertilidad o incluso neurodegeneración.
“Lo curioso es que muchas personas viven durante años con estos síntomas y piensan que es ‘lo normal’. Pero no lo es”, insiste. Es solo cuando logran recuperar su bienestar que descubren el peso invisible que venían cargando.
Para Nedza, la clave está en cómo vivimos. “Vivimos en piloto automático”, afirma. “Pantallas hasta tarde, poco descanso, comidas ultraprocesadas, estrés constante… Todo esto genera un entorno interno inflamatorio”. Pero también hay esperanza: el mismo estilo de vida que enferma, puede sanar.
Más descanso, más comida real, más naturaleza, más sol, más respiración consciente. Así se apaga el fuego. “El estrés mantenido es como echar leña al fuego”, advierte. El cuerpo, al vivir en estado de alerta permanente, no digiere bien, no repara tejidos mientras dormimos y desregula funciones hormonales esenciales.
Su visión integrativa pone tanto énfasis en lo que comemos como en cómo vivimos. “Pequeños momentos de calma valen oro para la salud”, asegura.
Los signos de alarma no siempre se detectan en análisis clínicos. A veces, basta con observar tu día a día:
¿Te sientes hinchada a pesar de comer sano?
¿Te cuesta tener energía durante el día?
¿Duermes, pero no descansas?
¿Sientes que tu cuerpo no responde como antes?
Todo esto puede indicar una inflamación crónica subyacente. Lo bueno es que también hay indicadores positivos cuando empiezas a cuidarte. “Si al mejorar tu alimentación, tu descanso o tu nivel de estrés te sientes mejor… eso ya es una gran señal”, apunta.
Una de las propuestas más potentes del enfoque de Nedza es adaptar la dieta a cada estación. Comer lo que la tierra ofrece en cada momento no solo es sostenible: también es terapéutico. “En verano, el cuerpo agradece lo fresco y ligero; en invierno, pide calidez y raíces”, explica. En su libro, cada menú y receta está diseñado según esa lógica ancestral, con ingredientes que favorecen la digestión y reducen la inflamación.
El resultado, asegura, puede sentirse en pocas semanas: más energía, menos hinchazón, mejor descanso, piel más luminosa, más claridad mental… incluso pérdida de peso sin esfuerzo extremo. Las analíticas lo confirman: mejoran los niveles de insulina, triglicéridos, colesterol e indicadores inflamatorios. Pero para Magda, lo más importante es intangible: “Muchos pacientes me dicen que vuelven a sentirse ellos mismos. Y eso es lo mejor”.
¿Suena difícil? No lo es. “No hay que comprar superalimentos caros ni hacer recetas de chef”. Una dieta antiinflamatoria efectiva se basa en lo básico: Verduras, frutas, legumbres, pescado, huevos, carnes blancas, aceite de oliva, agua… y cocina casera.
La clave está en la planificación y en reconectar con el placer de cuidarse: “Comer bien no es sinónimo de complicado, es sinónimo de quererte”.
Entre sus recetas favoritas para iniciarse en este estilo de vida está una crema antiinflamatoria que funciona como un bálsamo para el cuerpo. Una receta ancestral que está en su libro.
Crema de calabaza, zanahoria, cúrcuma y jengibre
“Es muy digestiva y reconfortante, pero también ideal porque es rica en carotenoides”, comenta Nedza. Estos antioxidantes naturales reducen la inflamación, fortalecen el sistema inmunológico y preparan la piel para la exposición solar, gracias a su acción protectora frente a los radicales libres. Además, ingredientes como la cúrcuma y el jengibre tienen propiedades antiinflamatorias y digestivas bien documentadas en estudios clínicos.
¿Cómo se hace?
Solo necesitas: calabaza, cebolla o puerro, zanahorias, jengibre fresco, cúrcuma, aceite de oliva y caldo vegetal.
Rehoga los ingredientes, cúbrelos con caldo, cocina hasta que estén blandos y tritura. Una propuesta que “sienta genial al intestino” y que puede convertirse en una cena ligera y nutritiva.
Consejo antiinflamatorio: “No intentes hacerlo todo perfecto”, aconseja Magda. “Empieza por más verduras, menos procesados, más agua y más descanso”. La salud no se conquista de golpe, sino paso a paso. “Cuanto más conectes con cómo te hace sentir la comida, más fácil será seguir. Cuidarte no es una obligación, es una forma de quererte”.