Entrenar para comer sin culpa: ¿mito saludable o trampa mental?
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Entrenar para comer sin culpa: ¿mito saludable o trampa mental?

Por | abril 29, 2025

Entrenar para comer sin culpa: ¿mito saludable o trampa mental?

En la era del rendimiento, donde la productividad se mide también en calorías quemadas y platos “ganados”, surge una tendencia cada vez más común: entrenar para poder comer más. Un fenómeno que, según profesionales de la salud y la nutrición, podría estar reforzando una relación poco saludable con la comida y con el cuerpo. ¿Es realmente efectivo compensar los excesos alimenticios con ejercicio? ¿Qué implicaciones tiene este enfoque en nuestra salud física y mental?

El error de pensar que “te lo ganaste”

La práctica de “ganarse la comida” mediante rutinas intensas de entrenamiento no es nueva, pero ha ganado popularidad gracias a redes sociales como TikTok y plataformas de fitness que promueven retos extremos o aplicaciones que calculan cuánto debes correr para “compensar” una pizza.

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“Ese enfoque puede convertirse en una trampa psicológica muy peligrosa”, alerta Carolina López-Tejero, psicóloga y coach nutricional. “Cuando se convierte en norma, la actividad física deja de ser un medio para el bienestar y se transforma en una penitencia. Y eso tiene efectos devastadores en la relación con la comida”.

Fotografia: Rehab Chile

López-Tejero, fundadora del método Swan, asegura que muchas personas caen en este ciclo de culpa-compensación sin darse cuenta, lo que aumenta la probabilidad de desarrollar trastornos alimentarios, especialmente en mujeres jóvenes.

¿Compensar o nutrir? El enfoque que sí funciona

Los expertos coinciden en que lo ideal es entender el ejercicio físico y la alimentación como aliados, no como opuestos.

“El entrenamiento regular mejora el metabolismo, la sensibilidad a la insulina y los niveles de energía. Pero eso no significa que puedas comer sin medida bajo la excusa de haber entrenado”, explica Alexia Macher, dietista-nutricionista y entrenadora del centro KO Urban Detox en Madrid.

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Según Macher, el verdadero beneficio ocurre cuando ambas prácticas —movimiento y nutrición— están alineadas y responden a un plan personalizado, sostenible y adaptado a cada etapa de la vida.

Datos que preocupan (y ocupan)

Un estudio publicado en 2023 en The International Journal of Eating Disorders evidenció que más del 25% de las personas que entrenan en gimnasios lo hacen con la motivación principal de «compensar lo que comieron» o «merecer lo que comerán», y este grupo mostró mayor predisposición a conductas compulsivas y baja autoestima.

En República Dominicana, según el Ministerio de Salud Pública, los índices de obesidad y sobrepeso han aumentado un 10% en la última década, en parte por hábitos de alimentación poco saludables combinados con una cultura de compensación errónea que no se traduce en salud real.

Fotografía: Enasui

El verdadero propósito del ejercicio

Para Sara Álvarez, creadora de Reto48, el movimiento es mucho más que un método para “borrar” calorías: “Hacer ejercicio mejora el estado de ánimo, fortalece el sistema inmunológico y tiene efectos visibles sobre la piel, la circulación y el descanso. El sudor es detox, pero no en el sentido que muchos piensan. Lo importante es que el entrenamiento se viva como un acto de amor propio, no como castigo”.

Su recomendación: «Busca un entrenamiento que disfrutes, que te conecte contigo misma y con tu propósito. La transformación comienza con un solo paso».

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Qué comer antes y después del entrenamiento: claves científicas

Entrenar con inteligencia también implica alimentarse adecuadamente. Según Macher, estos son los nutrientes clave:

Antes de entrenar:

  • Carbohidratos de rápida absorción (como frutas o pan integral): aportan energía inmediata.

  • Proteínas ligeras: ayudan a proteger el músculo.

  • Evitar fibras en exceso: pueden ralentizar la digestión y el rendimiento.

Después de entrenar:

  • Carbohidratos y proteínas de calidad: esenciales para la recuperación muscular.

  • Grasas saludables (como omega-3 en pescados azules, semillas o nueces): combaten la inflamación.

  • Antioxidantes (frutos rojos, espinaca, cúrcuma): reducen el daño celular y aceleran la regeneración.

¿Y si comes más porque entrenas más?

La respuesta corta: no pasa nada si tu cuerpo lo necesita y lo haces desde el equilibrio, no desde la culpa. Entrenar puede incrementar el apetito, y eso es fisiológicamente normal. Lo importante es escuchar al cuerpo, no castigarlo.

La tendencia a usar el ejercicio como moneda de cambio está perdiendo respaldo profesional. En su lugar, gana terreno un enfoque más consciente, sostenible y respetuoso con el cuerpo: nutrir para moverse mejor, moverse para vivir mejor.

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