Enfrentarse a la muerte es una de las etapas más difícil por las que tiene que pasar el ser humano, por eso busca sin descanso medios que le ayuden a prolongar por el mayor tiempo posible la vida. Es en esa búsqueda de soluciones que la ciencia ha determinado que el trasplante de órganos es la modalidad terapéutica idónea para resolver enfermedades terminales.
Pero sobre todo, es un acto de amor, de solidaridad y desprendimiento. Donar un órgano se constituye en un acto heroico, que brinda una segunda oportunidad a otra persona.
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Toda persona con mayoría de edad puede manifestar la voluntad de donar sus órganos y tejidos. Existen dos tipos de donantes: el donante vivo y el fallecido. En ambos casos la donación dependerá de una profunda valoración de la función e integridad de los órganos, así como de la ausencia de enfermedades transmisibles u otra contraindicación.
Pero este acto altruista tan necesario, no se realiza con la frecuencia y normalidad que demanda la sociedad, ya que hay miles de pacientes de todas las edades que padecen enfermedades que afectan de forma definitiva el funcionamiento de sus órganos vitales, y requieren con urgencia de un trasplante para seguir viviendo, pero los donantes son escasos.
Esa escasez se debe a muchos factores, pero el principal es la negativa familiar, ya sea por mitos o falta de información.
La negativa familiar es una de las causas que más afecta a los programas de donación de órganos a nivel mundial. Según las estadísticas, de unos 12,000 a 15,000 donantes potenciales detectados, tan solo 6,000 se convierten en donantes reales cada año.
Para ayudar a mejorar estas cifras la Organización Mundial de la Salud (OMS) designó el 14 de octubre de cada año, como el Día Mundial de la Donación de Órganos y Tejidos.
En el caso de la República Dominicana, a pesar de contar con una legislación actualizada, que da garantías a las personas que deciden donar, la negativa familiar sigue siendo una de las principales trabas que enfrenta la donación. Se estima que en el país, por cada persona que fallece sin que la familia opte por donar los órganos, mueren tres pacientes de enfermedades catastróficas que necesitan un trasplante.
En el país, el programa de donación empezó a implementarse prácticamente hace alrededor de 13 años, por lo que todavía no ha alcanzado la madurez necesaria para que la población la vea como un acto normal.
Los especialistas en el tema estiman que para llegar al nivel que tienen países como España, que por más de 30 años se ha mantenido como pionero en el tema de la donación, deben pasar varias décadas trabajando en el cambio de mentalidad de la sociedad.
“Para implementar un elemento cultural en una sociedad se necesitan por lo menos unos 25 años, y en ese aspecto el país no ha llegado a la adolescencia todavía”, afirma el coordinador de trasplante del Incort. (mh)
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