En la mayoría de las ocasiones, las personas que entran en edad tienden a sufrir ciertos problemas de salud que afectan negativamente su calidad de vida, entre ellos, la artritis que es una condición en la que las articulaciones presentan hinchazón y sensibilidad, lo que a su vez provoca mucho dolor.
Lo preocupante de esta enfermedad inflamatoria es que es una patología crónica que potencialmente incapacita a los pacientes y de la que no existe cura, pues solo puede aliviarse con la ingesta de medicamentos y fisioterapias, pero estos más que mejorar no revierten el daño.
Esto es debido a la excesiva cantidad de ácido úrico en la sangre que forman los cristales y que causan la gota, un tipo de artritis. Igualmente, las infecciones o enfermedades como la psoriasis o el lupus pueden causar otros tipos de artritis.
La doctora Rosario García de Vicuña, jefa de Reumatología del Hospital de La Princesa (Madrid) afirma que “es muy duro comunicar al paciente que tiene una enfermedad crónica que, dejada a su evolución natural, crearía lesiones irreversibles e incapacidad, pero no solo hay que informar con claridad, sino que debemos huir de mensajes catastrofistas. Es cierto que la AR no tiene cura, pero también lo es que tiene tratamiento”.
En 1996, la Organización Arthritis Rheumatism International instauró el 12 de octubre como el Día Mundial de la Artritis, con el propósito de concienciar sobre las enfermedades reumáticas.
Evidencias médicas han dado por sentado de que existen más de 100 tipos de artritis y enfermedades asociadas, entre las más comunes se encuentran la artritis reumatoide, espondiloartritis y la psoriásica.
La más común es la artrosis que radica en el deterioro por desgaste del cartílago de la articulación (la capa dura y resbaladiza en los extremos de los huesos en la que se integran las articulaciones). El cartílago apalanca los extremos de los huesos y posibilita un movimiento articular sin fricción, pero una corrosión puede ocasionar que el hueso se rompa directamente, lo que produce dolor y restricción de movimiento. Esta pérdida natural ocurre durante muchos años o puede avanzar gracias a una lesión o infección de las articulaciones.
En cambio, la reumatoide hace que el sistema inmunitario del cuerpo ataque el revestimiento de la cápsula de las articulaciones, que es una membrana dura que abarca todas las partes de las articulaciones. Este revestimiento tiende a inflamarse. Por tal motivo, la progresión de la enfermedad culmina destruyendo al cartílago y el hueso dentro de la articulación.
Según indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), la artritis reumatoide afecta entre el 1 y 1.5 % de la población mundial.
La predisposición genética se ha convertido en el principal factor de riesgo y se ha comprobado que puede aumentar hasta un 70 % la probabilidad de desarrollarla.
Historial clínico familiar. Ciertos tipos de artritis se heredan, por lo que es factible que se contraiga artritis si tus padres o hermanos tienen este trastorno.
Edad. El factor clave para que se degeneren diferentes tipos de artritis, entre ellos la artrosis, la reumatoide y la gota, incrementan con la edad.
Sexo. Tres de cada cuatro pacientes de artritis son mujeres. “La mayoría de las enfermedades autoinmunes sistémicas y reumáticas son más frecuentes en mujeres. Su origen y sus causas aún son desconocidas, sabemos que hay muchos factores, tanto genéticos como ambientales, entre ellos, se está estudiando la influencia de hormonas como los estrógenos o la prolactina”, asevera la doctora Pilar Morales, reumatóloga adjunta de la Unidad de Artritis Reumatoide Precoz del Hospital Universitario San Cecilio de Granada.
Lesión articular previa. Las personas que han sufrido lesiones en una articulación, mientras se ejercitaban, con el tiempo se vuelven más propensos a sufrir artritis en esa articulación.
Obesidad. Por el peso extra sobre las articulaciones, las rodillas, las caderas y la columna.
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Cuando el paciente se dirige a un especialista y hace un diagnóstico en la fase inicial de la enfermedad, es decir, en los primeros seis meses de presentar los síntomas, se puede evitar hasta en un 80 % el daño estructural en las articulaciones y mantenerlas libres de signos y síntomas.
Entre los indicios que alertan sobre la artritis están:
