La memoria y el pensamiento son dos características que distinguen a los seres humanos del resto de animales. Poder pensar y recordar, crear en el mundo de la mente, son de los mayores privilegios (y cargas) que tenemos en la vida. Por eso, resulta desgarrador enterarse de que un ser querido irá perdiendo estas y otras capacidades cognitivas por culpa de una cruel enfermedad como el Alzheimer.
Según la Mayo Clinic, el Alzheimer es un trastorno neurológico progresivo que provoca la atrofia del cerebro y la muerte de las células cerebrales. El National Institute on Aging (Instituto Nacional sobre el Envejecimiento) establece que este trastorno cerebral destruye la memoria y las habilidades de pensamiento, lo que eventualmente afecta la capacidad de realizar tareas simples.
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El nombre tiene su origen en el psiquiatra y neurólogo alemán Dr. Alois Alzheimer, quien identificó una enfermedad inusual en la corteza cerebral de la paciente Auguste D., a quien había tratado en el Frankfurt Psychiatric Hospital en 1901. En la plataforma Alzheimer’s Disease International, se plantea que el enfermo presentaba los siguientes síntomas: pérdida de memoria, desorientación y alucinaciones. Su autopsia también reveló anomalías cerebrales, que eran placas de beta-amiloide y marañas altas de fibras de proteína tau.
Estos indicios estarían relacionados con las características de la enfermedad que se han vuelto comunes, a saber, la pérdida de conexión entre las neuronas en el cerebro, seguido por el daño en las partes del cerebro involucradas en la memoria y la corteza cerebral, que desempeña un rol clave en lenguaje, razonamiento y conducta social.
Posteriormente, la enfermedad fue nombrada e incluida por Emil Kraepelin en la octava edición del Manual de Psiquiatría, publicada en 1910.
Más de un siglo ha transcurrido desde la aparición de esta enfermedad progresiva que borra por completo la habilidad de crear memorias y mantener recuerdos vivos en la mente de las personas que lastimosamente la padecen. Es como deambular en un limbo por el resto de sus días, sin esperanza de recuperar el ritmo de vida que llevaban anteriormente.
Gracias a los avances que ha escenificado la ciencia en los últimos tiempos y a los esfuerzos de los científicos que se han volcado para encontrar la cura a este mal, se ha elaborado un tratamiento que aspira a contrarrestar en gran manera los efectos adversos de este padecimiento.
Disonancia y sesgos cognitivos: así funciona nuestra mente
La buena noticia es que la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) aprobó el pasado año un medicamento llamado Aducanumab (Aduhelm™). Se trata un anticuerpo monoclonal que combate las placas beta-amiloides, causantes del daño cerebral sucesivo. Esta novedad promete revolucionar el mundo de la medicina en torno a enfermedades catastróficas y degenerativas que afectan a una parte significativa de la población mundial. La relevancia de este fármaco es que permitiría que se retrase el descenso cognitivo y funcional del cerebro de los pacientes a los que ha sido diagnosticado el Alzheimer en sus fases iniciales.
No obstante, todavía existen dudas sobre la efectividad de la terapia. Se han realizado algunos experimentos para demostrar su funcionalidad en términos de prevención de la adición de amiloide y de la disminución de los síntomas, que han resultado satisfactorios. Sin embargo, otros ensayos clínicos no han evidenciado ningún beneficio.
En este sentido, todavía no se ha verificado si esta medicina pudiera mitigar el riesgo de padecer demencia. No obstante, lo alentador del caso es que se está trabajando arduamente para, en este año 2022, encontrar una cura decisiva del Alzheimer. Es la promesa que ha hecho la clase científica.
Existen algunos requisitos que los enfermos de Alzheimer deben cumplir a la hora de recibir este agente:
Cabe destacar que uno de los factores que más preocupa de Aducanumab son los efectos secundarios que causan malestares indeseables, tales como severos dolores de cabeza, cambios en el estado mental, vómitos, diarrea, confusión y dificultad para caminar. Actualmente, se está evaluando a través de ensayos clínicos la efectividad de otros anticuerpos monoclonales (Gantenerumab, Lecanemab y Donanemab), creados por distintas empresas farmacéuticas. El propósito principal de estos es llegar a las placas en el cerebro y mitigar sus efectos nocivos.
La cruda realidad que persiste en estos momentos es que 5.8 millones de estadounidenses viven con Alzheimer. La mayoría de esas personas sobrepasan los 65 años. Los expertos prevén que esta cifra se duplique cada cinco a diez años. Así, en 2050 habrá cerca de 14 millones de pacientes con el trastorno solo en EE.UU.
Por Laura Yepez. Artículo publicado en la revista especializada en salud MediHealth.
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