¿Has experimentado la sensación de caminar de forma totalmente distinta a lo que estabas acostumbrado? La mayoría responderíamos con un rotundo «sí» si nos preguntaran si sabemos caminar. Es algo que hacemos casi sin pensar, desde que somos pequeños y damos nuestros primeros pasos. Sin embargo, ¿qué sucede cuando nos enfrentamos a un experto y nos damos cuenta de que nuestra percepción estaba errada, al menos en el ámbito deportivo? Esto es precisamente lo que ocurre al descubrir el fascinante mundo de la marcha nórdica.
Esta disciplina, que ha ganado gran popularidad en otros países europeos, y ha llegado a Latinoamérica con un impacto notable. A simple vista parece sencillo, pero en realidad es todo lo contrario: implica caminar con impulso, utilizando bastones que acompañan nuestros movimientos, generando así una actividad física intensa que involucra todo el cuerpo, especialmente el tronco superior. De hecho, se estima que esta técnica activa hasta el 90% de la musculatura corporal, convirtiéndola en una actividad física altamente efectiva.
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La caminata nórdica, según lo explicado por la Fundación Walkim, una entidad especializada en este deporte, es un concepto altamente desarrollado que implica caminar a un ritmo dinámico, aprovechando la ayuda y el impulso proporcionados por unos bastones específicamente diseñados para esta actividad. Según afirman desde la fundación, este ejercicio es más eficaz que simplemente caminar e incluso más beneficioso que correr, especialmente para aquellos que padecen problemas en las rodillas, ya que tiene un impacto muy bajo en las articulaciones, lo que lo convierte en una opción sin contraindicaciones.
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Además, la marcha nórdica se adapta a cualquier persona, independientemente de su condición física, edad o experiencia previa en deportes. Este ejercicio aeróbico integral ayuda a mejorar la resistencia, fuerza, flexibilidad, coordinación y equilibrio, siendo beneficioso a nivel osteomuscular y cardiovascular, entre otros aspectos.
En la marcha nórdica, también conocida como nordic walking, se utiliza el 90% de la musculatura corporal, lo que permite movilizar muchas estructuras que no se activan en la vida cotidiana. De hecho, este tipo de actividad tiene similitudes con el esquí de fondo, ya que surgió originalmente como un entrenamiento alternativo para los esquiadores de fondo durante el verano. Y lo mejor de todo es que, con solo un poco de práctica, se pueden quemar una cantidad significativa de calorías, hasta un 40% más que caminando, según advierten, y prácticamente las mismas que con un trote suave.
La posición del marchista desempeña un papel crucial, ya que posibilita la apertura completa de la caja torácica, permitiendo una mejor oxigenación durante la actividad. Este aspecto es fundamental, ya que una adecuada oxigenación favorece el rendimiento y la resistencia del cuerpo. Además, al activar tanto la musculatura del tren superior como la del inferior, se promueve una postura más erguida y estable durante el ejercicio, lo que contribuye a una mejor alineación corporal y a una menor carga sobre las articulaciones.
El uso de los bastones en la marcha nórdica también desempeña un papel clave en la mejora de la coordinación y el equilibrio. Estos bastones no solo proporcionan un impulso adicional al caminar, sino que también ayudan a mantener una cadencia constante y una distribución equilibrada del peso corporal.
Además de los beneficios físicos, la marcha nórdica también ofrece ventajas para la salud postural y del sistema locomotor en general. Al promover una postura más erguida y una distribución uniforme del peso, ayuda a prevenir problemas musculoesqueléticos, como dolores de espalda y lesiones articulares.
La marcha nórdica se distingue como un ejercicio aeróbico altamente efectivo que demanda un mayor consumo de oxígeno al movilizar una extensa cantidad de masa muscular. Esta actividad no solo promueve una notable mejora en la resistencia cardiovascular, sino que también ofrece un rendimiento un 40% superior en comparación con la marcha convencional.
Su eficacia para la pérdida de masa grasa es innegable. Al emplear tanto el tren superior como el inferior en cada paso, la marcha nórdica impulsa el metabolismo y favorece la quema de calorías de manera más eficiente que otras formas de ejercicio.
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Una de las ventajas más destacadas es su capacidad para asegurar la consecución de los 10.000 pasos diarios recomendados para mantener una buena salud. Al practicar la marcha nórdica de forma regular, es prácticamente inevitable alcanzar y superar este objetivo, lo que contribuye significativamente a mejorar la salud cardiovascular, controlar el peso corporal y promover el bienestar general.
La incorporación de la glucosa en la dieta desempeña un papel fundamental en el mantenimiento de niveles estables de azúcar en sangre, lo cual resulta especialmente beneficioso para quienes padecen diabetes. La práctica regular de la marcha nórdica, en este contexto, ofrece una serie de beneficios adicionales que complementan este proceso.
La marcha nórdica no solo mejora el perfil lipídico y la resistencia a la insulina, sino que también ayuda en el control del peso corporal. Esta combinación de factores resulta crucial en la prevención de enfermedades metabólicas y cardiovasculares, que suelen estar estrechamente vinculadas a la diabetes y a otros trastornos relacionados con el metabolismo.
Al promover una mayor sensibilidad a la insulina y mejorar la capacidad del cuerpo para utilizar la glucosa de manera eficiente, la marcha nórdica se convierte en una herramienta valiosa en la gestión de la diabetes y en la prevención de complicaciones asociadas. Además, su impacto positivo en el control del peso y en la salud cardiovascular añade una capa adicional de protección, ayudando a mejorar la calidad de vida de quienes padecen esta enfermedad.
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