La seguridad de Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, ha adoptado una nueva dimensión tecnológica. En su residencia y club privado de Mar-a-Lago, Florida, ahora patrullan perros robots diseñados para garantizar la máxima protección en medio de crecientes desafíos de seguridad. Esta medida representa no solo un avance tecnológico, sino también una respuesta estratégica a los intentos de atentados que marcaron su reciente campaña presidencial.
El Servicio Secreto de los Estados Unidos, responsable de proteger al presidente electo, ha desplegado los perros robots de la compañía Boston Dynamics en los alrededores de Mar-a-Lago. Estos dispositivos, conocidos como «Spot», son reconocidos por su avanzada tecnología de vigilancia y patrullaje. Equipados con cámaras de alta resolución y sensores de última generación, los robots están diseñados para detectar amenazas y anomalías en tiempo real, todo mientras operan sin descanso.
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El robot «Spot» tiene una apariencia que recuerda a un perro mecánico, con colores negro, blanco y rojo, y lleva impresa la frase «No acariciar», subrayando su naturaleza operativa. Estos dispositivos forman parte del programa ASTRO (Sistemas Autónomos y Operación Robótica Técnica), una iniciativa del Servicio Secreto que busca integrar tecnología avanzada en las operaciones de protección.
El despliegue de estos robots en Mar-a-Lago se produce tras un año electoral particularmente tenso para Donald Trump. Durante su campaña, sobrevivió a dos intentos de asesinato. El primero ocurrió en julio durante un mitin en Pensilvania, cuando un tirador alcanzó su oreja derecha. Este ataque fue frustrado por un francotirador del Servicio Secreto que neutralizó al atacante.
El segundo intento sucedió en septiembre en el Trump International Golf Club de West Palm Beach. En esa ocasión, un hombre apuntó con un arma hacia Trump antes de ser detenido. Estos eventos, junto con el descubrimiento de un complot liderado por un agente iraní, motivaron al Servicio Secreto a reforzar significativamente las medidas de seguridad.
«Spot», el perro robot de Boston Dynamics, es un ejemplo de cómo la tecnología puede revolucionar la seguridad. Este dispositivo, que cuesta alrededor de 75,000 dólares, puede moverse a velocidades de hasta 1.50 metros por segundo y operar de manera autónoma o mediante control remoto. Su capacidad para navegar en terrenos irregulares y acceder a espacios reducidos lo convierte en una herramienta versátil para el patrullaje.
Además de las cámaras y sensores avanzados, estos robots están diseñados para integrarse en estrategias de vigilancia más amplias. En el caso de Mar-a-Lago, los perros robots trabajan en conjunto con sistemas de seguridad tradicionales, permitiendo una supervisión constante del entorno sin poner en riesgo al personal humano.
El uso de robots en tareas de seguridad no es exclusivo del Servicio Secreto. Ciudades como Nueva York han incorporado unidades robóticas en sus cuerpos policiales, conocidas como «Digidogs», para asistir en misiones de vigilancia y búsqueda en áreas peligrosas. Asimismo, instituciones como el Cuerpo de Bomberos de Nueva York han utilizado estos dispositivos para inspeccionar escombros tras desastres estructurales.
A nivel internacional, los robots también han encontrado aplicaciones en zonas de conflicto. Ucrania, por ejemplo, ha desplegado perros robots para misiones de reconocimiento y entrega de suministros en su conflicto con Rusia. Este tipo de dispositivos representa una solución eficiente y segura, especialmente en contextos donde las condiciones son extremas.
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A pesar de sus ventajas, el uso de robots en tareas de seguridad ha generado debates. Algunos críticos cuestionan la dependencia de la tecnología en situaciones donde la toma de decisiones humanas es crucial. Además, existe preocupación por el costo de estos dispositivos y su posible impacto en la privacidad.
En el caso de Mar-a-Lago, el despliegue de perros robots ha captado la atención pública y generado tanto elogios como escepticismo. Mientras algunos ven esta medida como un avance necesario para proteger al presidente electo, otros consideran que podría ser un exceso.
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La implementación de perros robots en la residencia de Trump parece ser solo el comienzo de un enfoque más tecnológico hacia la seguridad presidencial. Steven Cheung, director de comunicaciones de Trump, afirmó que estas medidas subrayan la determinación del presidente electo de regresar a la Casa Blanca y restaurar la paz en tiempos de incertidumbre global.
Además, el Servicio Secreto podría ampliar el uso de esta tecnología en otros contextos, como misiones de rescate o respuesta a emergencias. La versatilidad y eficiencia de los perros robots los posiciona como una herramienta valiosa para futuras operaciones.
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El uso de dispositivos como «Spot» refleja una tendencia global hacia la automatización de la seguridad. Desde patrullajes en residencias privadas hasta misiones en zonas de conflicto, los robots están redefiniendo cómo se aborda la protección en el siglo XXI. En este contexto, la residencia de Trump en Mar-a-Lago se convierte en un ejemplo emblemático de cómo la tecnología puede integrarse en estrategias de seguridad de alto perfil.
En conclusión, los perros robots de Boston Dynamics representan un hito en la seguridad presidencial, combinando innovación tecnológica con necesidades operativas. Mientras el mundo observa con curiosidad esta medida, queda claro que el futuro de la seguridad estará cada vez más influenciado por la robótica y la inteligencia artificial.
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