Un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) revela que uno de cada cuatro empleos a nivel mundial está expuesto a la inteligencia artificial (IA), lo que representa cerca de 838 millones de puestos de trabajo. De ese total, un 3.3 % (115 millones) podrían ser susceptibles de automatización total en el corto o mediano plazo.
Esta cifra representa un aumento del 53 % respecto a la estimación del año 2023, que identificaba 75 millones de empleos potencialmente automatizables. Sin embargo, el total de empleos expuestos a la IA se ha reducido de 1,055 millones a 838 millones, debido a una metodología refinada que incorpora tanto el avance tecnológico como las limitaciones actuales de la IA para adaptarse a diversas ocupaciones.
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Según el estudio, las mujeres están proporcionalmente más expuestas a la IA que los hombres, el 28 % de los empleos femeninos frente al 21 % de los masculinos. Además, el riesgo de automatización afecta al 4.7 % de los empleos femeninos, casi el doble que en el caso de los hombres (2.4 %).
Las áreas más vulnerables incluyen tareas administrativas y de oficina, como introducción de datos, contabilidad, recursos humanos, seguros y ventas internas. A esta lista se suman ahora nuevos roles como analistas financieros, desarrolladores multimedia y gestores de nómina.
También se advierte un crecimiento en los riesgos para profesiones vinculadas al contenido digital. Gracias al avance de modelos de IA generativa como GPT-4, que ahora dominan voz, imagen y video, sectores relacionados con medios de comunicación e internet han pasado a ser considerados como altamente automatizables.
A pesar de estas cifras, la OIT mantiene una postura cautelosamente optimista: la mayoría de los empleos no serán eliminados, sino transformados. En lugar de reemplazar por completo a los trabajadores, la IA tiende a automatizar ciertas tareas específicas, liberando tiempo para labores más especializadas o que generan mayor satisfacción.
Esto podría mejorar la calidad del trabajo, siempre que la implementación de estas tecnologías respete la autonomía humana y se integre de forma ética y funcional. En cambio, si se emplea la IA para estandarizar procesos y limitar el control de los trabajadores, los efectos podrían ser negativos tanto en términos de bienestar como de productividad.
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El informe también destaca que la velocidad de adopción de la IA será desigual en el mundo, particularmente en regiones con déficit de infraestructura, baja conectividad o falta de capacitación. Esta disparidad puede retrasar los beneficios potenciales de la automatización en países de ingresos bajos o economías emergentes.
Para evitar consecuencias indeseadas, la OIT hace un llamado a priorizar el diálogo social y la consulta con los empleados. Solo así, sostiene el organismo, podrá garantizarse que la IA generativa impulse la productividad sin deteriorar las condiciones laborales.
La OIT aclara que para esta evaluación recurrió al modelo de lenguaje GPT-4, utilizado para estimar el impacto de la IA en distintas ocupaciones. Sin embargo, los resultados fueron validados por expertos humanos y contrastados con encuestas reales, lo que refuerza la idea de que, por ahora, la inteligencia artificial aún necesita de nuestra intervención.
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