Empresas como Zara y H&M están adoptando la sostenibilidad. Ofrecen ropa de marca de segunda mano, pero el sector textil sigue contaminando mucho. La industria es responsable del 20% del agua contaminada en el mundo. También emite el 10% de dióxido de carbono globalmente. En Europa, cada persona tira 11 kilos de ropa al año.
La mayoría de esta ropa termina en vertederos. Un informe de 2023 indica que la Unión Europea manda 37 millones de prendas al vertedero de Dandora en Kenia cada año. Solo el 1% de la ropa se recicla, a pesar de que consumimos más que nunca. Entre 2000 y 2015, la producción de ropa se duplicó, generando 270 kg de CO₂ por persona en 2020.
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Recientemente, la situación ha comenzado a cambiar. Marcas, consumidores e instituciones están promoviendo medidas sostenibles. Comprar de segunda mano ahora es un símbolo de responsabilidad. Aplicaciones como Vinted están creciendo rápidamente.
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A pesar de estos avances, los consumidores tienen actitudes contradictorias. Es probable que la conciencia ecológica parece estar disminuyendo, con marcas como Shein y Temu que capturan la atención de los jóvenes. Mientras el vintage gana popularidad, nuevas marcas agresivas están surgiendo en el mercado.
Shein tuvo un crecimiento del 60% en 2023. Superó a H&M en ventas, alcanzando 34.060 millones de euros. Inditex, que incluye a Zara, facturó casi 36.000 millones. Ante este panorama, Inditex lanzó Zara Pre-owned, una línea para ropa de marca de segunda mano. La empresa también reconoce que sus tiendas reciben productos nuevos cada semana. Aseguran que trabajan hacia la mejora. El proyecto Join Life busca hacer las cosas de manera más sostenible. Sin embargo, la contradicción persiste.
Otra compañía en este proceso es Ikea, que lanzó Ikea Pre-owned para recuperar productos antiguos. Este servicio estará disponible en Madrid y Oslo. Además, Decathlon ofrece un programa de recompra de material deportivo. Mientras tanto, Primark también se unirá a la economía circular con un intercambio de ropa usada en tres tiendas del Reino Unido. Sin embargo, algunos críticos ven estas acciones como “greenwashing”.
A pesar de las críticas, el cambio es evidente. La nueva normativa de la Unión Europea, que comenzará en 2025, obligará a los países a gestionar residuos textiles de manera selectiva. Esta ley prohibirá la eliminación de excedentes textiles no vendidos y obligará a los fabricantes a hacerse cargo de sus residuos. La responsabilidad del productor ampliada busca que las empresas se involucren en el reciclaje. Esto es para evitar la mentalidad de usar y tirar. Un cambio profundo en la industria textil es necesario, pero tendrá que comenzar desde la concepción de la prenda.
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