En medio de la creciente demanda global por soluciones sostenibles y tecnologías verdes, República Dominicana emerge como un territorio con ventajas estratégicas gracias a un recurso poco difundido pero de inmenso valor geopolítico: las tierras raras. Estos minerales, componentes críticos para la fabricación de dispositivos de energía renovable, sistemas de almacenamiento y equipos tecnológicos de última generación, podrían redefinir el futuro energético del país. En este escenario de oportunidades, Mercado Events organiza el Energy Summit 2025, el principal encuentro sectorial donde líderes empresariales, autoridades y expertos debatirán cómo aprovechar estos recursos para acelerar la transición hacia una matriz energética más limpia y eficiente.
Aunque su nombre sugiere escasez, las tierras raras no son necesariamente «raras» en términos geológicos, sino difíciles de extraer y procesar. Este grupo de 17 elementos, que incluye neodimio, disprosio y lantano, es fundamental para la fabricación de imanes permanentes, componentes electrónicos y sistemas de almacenamiento energético.
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Su relevancia radica en que sin ellos, tecnologías como los vehículos eléctricos, los aerogeneradores e incluso los smartphones no existirían en su forma actual.
República Dominicana, con su geología diversa, podría albergar reservas significativas de estos minerales. Según estimaciones del Ministerio de Energía y Minas, para 2026 el país podría tener un panorama claro sobre la cantidad y calidad de sus depósitos, lo que abriría las puertas a una nueva era industrial.
Uno de los mayores atractivos de las tierras raras es su papel en la generación de energías limpias. Los imanes de neodimio, por ejemplo, son indispensables en las turbinas eólicas, ya que permiten una mayor eficiencia en la conversión del viento en electricidad. De igual forma, el disprosio es clave para mantener el rendimiento de estos imanes a altas temperaturas, algo crucial en un país con condiciones climáticas variables como República Dominicana.
En el ámbito solar, ciertos compuestos de tierras raras mejoran la absorción de luz en paneles fotovoltaicos, incrementando su eficiencia. Si el país logra integrar estos materiales en su cadena de producción energética, podría reducir drásticamente su dependencia de combustibles fósiles, que actualmente representan más del 80 % de su matriz.
Uno de los mayores desafíos de las energías renovables es su intermitencia. Sin embargo, las baterías de ion-litio, que utilizan tierras raras como el lantano y el cerio, ofrecen una solución. Estas permiten almacenar el excedente de energía generado en horas pico para usarlo en momentos de baja producción, garantizando un suministro estable.
Si República Dominicana desarrolla capacidad local para producir o ensamblar estas baterías, no solo mejoraría su autonomía energética, sino que también podría convertirse en un exportador de tecnología hacia otros mercados del Caribe y América Latina.
Hoy, el país gasta millones de dólares anuales en importar petróleo, un recurso sujeto a volatilidad en los precios internacionales. La explotación estratégica de tierras raras permitiría diversificar las fuentes de energía, reduciendo la exposición a crisis externas. Además, al descentralizar la generación mediante parques eólicos, plantas solares y sistemas de almacenamiento, se fortalecería la resiliencia del sistema eléctrico nacional.
Más allá de la energía, la industria de las tierras raras podría generar miles de empleos en minería, procesamiento y manufactura tecnológica. Países como China, que controla el 80 % del mercado global, han demostrado cómo este sector puede impulsar el crecimiento económico. Si República Dominicana logra posicionarse como un productor confiable, atraería inversiones de empresas tecnológicas y fabricantes de componentes avanzados.
A pesar de su potencial, la extracción de tierras raras conlleva riesgos ambientales. Su procesamiento requiere químicos que, si no se manejan adecuadamente, pueden contaminar suelos y aguas. Por ello, cualquier proyecto debe ir acompañado de regulaciones estrictas y tecnologías de mitigación.
El gobierno dominicano tiene la oportunidad de aprender de los errores de otras naciones, implementando desde el inicio un modelo de minería responsable que priorice la remediación ambiental y el uso eficiente de recursos.
Las tierras raras representan una oportunidad histórica para que República Dominicana dé un salto cualitativo en su desarrollo. Desde la generación de energías limpias hasta la creación de una industria tecnológica local, los beneficios son múltiples. Sin embargo, el éxito dependerá de una planificación cuidadosa, inversión en investigación y, sobre todo, de una visión estratégica que integre sostenibilidad e innovación.
El Energy Summit 2025 será un espacio clave para definir cómo el país puede capitalizar este recurso. Si se actúa con determinación, República Dominicana podría no solo asegurar su independencia energética, sino también convertirse en un referente regional en la economía del futuro.
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