En medio de una búsqueda global por fuentes de energía más limpias y eficientes, la República Dominicana ha decidido dar un salto audaz: integrar la energía nuclear a su matriz energética. Este movimiento, que será uno de los temas tratados en el Energy Summit 2025 organizado por Mercado Events, no solo busca reducir la dependencia de los combustibles fósiles, sino también posicionar al país como pionero en el Caribe en el uso de esta tecnología.
Con la creación del Viceministerio de Energía Nuclear y una serie de proyectos innovadores, la nación avanza hacia un futuro donde la energía atómica podría ser clave para su desarrollo económico y social.
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El reciente establecimiento del Viceministerio de Energía Nuclear bajo el Ministerio de Energía y Minas marca un antes y después en la política energética dominicana. Esta entidad, única en la región, tiene como objetivo principal regular y promover el uso seguro de la tecnología nuclear, asegurando que su implementación cumpla con los más altos estándares internacionales.
La iniciativa no es improvisada. El gobierno ha trabajado en estrecha colaboración con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) para garantizar que cada paso dado esté alineado con las normativas globales.
La creación de este organismo refleja una visión estratégica: convertir a la República Dominicana en un referente en materia de energía nuclear en el Caribe, un territorio tradicionalmente dependiente de fuentes convencionales como el petróleo y el gas.
Aunque el proyecto aún está en desarrollo, la aprobación de una ley específica (actualmente en fase de redacción final) será determinante para su viabilidad.
En ese contexto, la energía nuclear representa una alternativa limpia y de alta eficiencia, capaz de suministrar electricidad de manera constante, a diferencia de las fuentes renovables intermitentes como la solar o eólica.
Para un país que históricamente ha enfrentado desafíos en su sistema eléctrico, esta tecnología podría significar un cambio radical en términos de estabilidad y costos.
El alcance de la tecnología nuclear en la República Dominicana no se limita a la generación de electricidad. Uno de los proyectos más innovadores es el uso de radiación gamma para garantizar la inocuidad de los alimentos de exportación. En colaboración con el Ministerio de Agricultura, esta técnica permitirá eliminar patógenos y prolongar la vida útil de los productos, asegurando su aceptación en mercados internacionales más exigentes.
En el ámbito de la salud, el proyecto «Rayo de Esperanza» busca revolucionar el tratamiento del cáncer en el país. Mediante la instalación de aceleradores lineales en el Oncológico de Barahona, se mejorará la precisión y eficacia de las terapias oncológicas, reduciendo la necesidad de que los pacientes viajen al exterior para recibir atención especializada.
Para sostener estos avances, el país ha dado un paso crucial con la creación del Laboratorio de Calibraciones Dosimétricas. Hasta ahora, los equipos de medición de radiación debían enviarse a Estados Unidos para su calibración, un proceso costoso y lento.
Con esta nueva instalación, la República Dominicana no solo ahorrará recursos, sino que también se consolidará como un centro de referencia técnica en la región.
Sin embargo, el éxito de estas iniciativas depende en gran medida de la formación de profesionales especializados. Actualmente, el país cuenta con un número reducido de ingenieros nucleares, muchos de los cuales están próximos a jubilarse.
Ante esta realidad, el gobierno, en alianza con universidades locales y el Ministerio de Educación Superior, está impulsando programas de maestría para formar una nueva generación de expertos en el campo.
La apuesta por la energía nuclear en la República Dominicana no está exenta de retos. Uno de los principales obstáculos es la percepción pública. Aunque la tecnología nuclear ha evolucionado hacia estándares de seguridad mucho más rigurosos, persisten mitos y temores asociados a su uso.
Desde el punto de vista económico, la inversión en infraestructura nuclear requiere capitales significativos, pero los beneficios a largo plazo —como la reducción de costos energéticos y la independencia de combustibles fósiles— podrían justificar el esfuerzo. Además, la posición geográfica del país lo convierte en un candidato ideal para exportar conocimiento y servicios en el área nuclear a otras naciones del Caribe.
El camino hacia la era nuclear es complejo, pero los cimientos ya están puestos. Si se gestiona con responsabilidad y visión de futuro, esta estrategia podría transformar no solo el sector energético, sino también la economía y la sociedad dominicana en las próximas décadas.
El Energy Summit 2025 será un espacio clave para seguir avanzando en este debate, reuniendo a los principales actores en la búsqueda de soluciones sostenibles. El desafío ahora es mantener el impulso y asegurar que estos avances se traduzcan en beneficios tangibles para el país.
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