En las últimas décadas, Corea del Sur ha dado un giro notable en su manejo de residuos alimenticios. Pasó de reciclar menos del 3% de sus desechos en 1996 a alcanzar una impresionante tasa de reciclaje del 97%. Este logro es producto de una política estricta: pagar por reciclar o enfrentar multas significativas. En este artículo, exploraremos cómo este modelo podría servir de inspiración para República Dominicana y otras naciones que buscan mejorar su gestión de residuos.
Corea del Sur enfrentaba un problema crítico con la gestión de residuos en los años 80. El rápido crecimiento económico e industrial generó una cantidad masiva de desechos, especialmente alimenticios, que terminaban en vertederos. Con una densidad de población superior a 530 personas por kilómetro cuadrado, el espacio para nuevos vertederos era limitado, lo que llevó a la creación de una ley en 2005 que prohibía depositar restos de comida en ellos.
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El verdadero cambio llegó en 2013, cuando el gobierno implementó un sistema de pago por el reciclaje de alimentos. En lugar de incentivos positivos, los ciudadanos debían pagar cada vez que desechaban residuos, o enfrentar multas. Este enfoque financiero y coercitivo fue fundamental para que la tasa de reciclaje aumentara drásticamente.
El sistema de reciclaje en Corea del Sur está estructurado en torno a tres opciones que varían según la región y la infraestructura disponible. Estas opciones permiten que los ciudadanos elijan la forma más conveniente para reciclar, siempre bajo el cumplimiento de las reglas.
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Corea del Sur no solo impone multas a quienes no reciclan correctamente, sino que también utiliza cámaras de seguridad en edificios y áreas públicas para monitorear el cumplimiento. Las sanciones para los ciudadanos pueden llegar hasta los 63 euros, mientras que para los restaurantes que no cumplen con los estándares, las multas pueden superar los 6,800 euros.
Este sistema estricto de control ha sido clave para lograr un cambio cultural en el país, donde ahora reciclar no es solo una responsabilidad ambiental, sino también una obligación financiera.
La mayor parte de los residuos alimentarios reciclados en Corea del Sur se destina a la producción de biogás, abono y alimentos para animales. Sin embargo, este último aspecto presenta desafíos. En 2019, el país enfrentó un brote de fiebre porcina, lo que llevó a la prohibición temporal del uso de restos de alimentos en la alimentación animal. A pesar de estos contratiempos, la nación sigue siendo un referente global en reciclaje de residuos alimenticios.
República Dominicana enfrenta desafíos similares en cuanto a la gestión de residuos alimenticios. En las principales ciudades del país, como Santo Domingo, los vertederos están sobrecargados y los residuos de alimentos constituyen una parte importante de los desechos sólidos.
La implementación de un sistema similar al de Corea del Sur podría ser una solución viable para mejorar la gestión de residuos en República Dominicana. Sin embargo, como señala Rosa Rolle, experta de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, cualquier estrategia debe estar adaptada al contexto local. No se puede copiar y pegar un modelo, pero sí se pueden extraer lecciones valiosas.
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Para que un sistema de reciclaje similar funcione en República Dominicana, sería necesario implementar ciertos ajustes y medidas complementarias:
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