En su camino por mantener la corona Mundial, Francia tendrá un rival inesperado. La campeona del mundo se medirá a Marruecos, revelación por unanimidad del torneo, que se convirtió en la primera selección africana en alcanzar unas semifinales. Es la batalla previa a la final, después de que los Leones del Atlas sorprendieran a Portugal y los europeos vencieran a Inglaterra en un duelo vibrante, de ida y vuelta y decidido en los instantes finales.
En el día más discreto de Kylian Mbappé, excelentemente controlado por Kyle Walker y el entramado de ayudas inglés, Antoine Griezmann se erigió en la llave gala para hacer daño a Inglaterra. Era el duelo entre dos maquinarias sólidas, fiables, que no requieren de brillantez para seguir avanzando. Por un lado, Francia, su despliegue físico y su pólvora arriba. Por el otro, Inglaterra, su muchas veces criticada sobriedad táctica y su velocidad en los metros finales. Una batalla igualada, como cabía esperar, que empezó a abrirse con un zapatazo lejano pero certero de Aurélien Tchouaméni en el minuto 17, cuando apenas había sucedido nada en las áreas.
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De origen camerunés y nacido en Rouen, en plena región de Normandía, Tchouaméni vive la temporada clave de su carrera. A sus 22 años, el centrocampista firmó este verano por el Real Madrid, que pagó €80 millones al Mónaco por su traspaso. Tal es la confianza que tiene el campeón de la Champions en el joven francés que incluso se permitió vender a su pivote titular en la última década, Casemiro, al Manchester United. Con menos de 20 partidos como internacional absoluto, Tchouaméni, uno de los once jugadores con más valor de mercado el Mundial (€80 millones, según Transfermarkt) se estrenaba como goleador bleu en el escenario perfecto. Recibió una dejada de Griezmann, se preparó el cuero y armó un disparo por bajo que fue abriéndose hasta colarse cerca del poste izquierdo. Alcanzó los 108 kilómetros por hora. Imparable.
El gol abrió el partido e impulsó a Inglaterra a buscar el empate. Poco se le puede reprochar al conjunto de Gareth Sotuhgate, que tras el mazazo fruto de una acción individual supo atacar sin conceder espacios a Mbappé. Los Three Lions; jugaron de forma ordenada e inteligente, llevando el balón a las bandas y conectando con su delantero Harry Kane.
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Especialmente incisivo se mostró Bukayo Saka, el extremo del Arsenal, por el costado derecho. Inglaterra encontró esa vía de entrada y la explotó. Así, ya en la segunda mitad, Tchouaméni se encontró con la cara amarga del fútbol. En un alarde de inexperiencia, cometió un penalti claro sobre Saka transformado por Kane.
Nacido en Walthamstow, al este de Londres, el delantero del Tottenham es uno de los puntas más preciados del panorama europeo. Cada verano suena como traspaso multimillonario, como fichaje de relumbrón para Manchester City o Real Madrid, entre otros.
Pero a sus 29 años, el destino de Kane sigue ligado al club de su vida, ese que está a 15 minutos del lugar donde nació y en el que se ha convertido en el ídolo indiscutible. Fuera del césped, es un hombre comprometido con causas sociales. En octubre fundó la Harry Kane Foundation, que busca cambiar percepciones y concienciar sobre la salud mental, eliminando tabúes.
Máximo goleador del Mundial de Rusia, Kane empataba el partido con un disparo duro, seco, alto, ante el que nada pudo hacer su compañero de equipo en el Tottenham, Hugo Lloris.
El partido entraba en un nuevo escenario en el que Inglaterra mantuvo su determinación y su orden, mientras Francia buscaba a Griezmann. El futbolista del Atlético de Madrid dio pausa, circuló el balón y fue poco a poco sacando a su selección del dominio inglés.
Así, de sus botas llegó el 1-2. Griezmann recibió en el costado izquierdo y sacó un centro majestuoso. Un regalo en forma de balón a la altura perfecta, con la curva precisa, enviado al corazón del área. Allí, Olivier Giroud le ganó la partida a Hartry Maguire y conectó un cabezazo que puso por delante a los galos.
Giroud podría definirse como un delantero solidario, sin aires de grandeza individual. Un futbolista de equipo, trabajador, incansable. En un mundo en el que a los puntas se les mide por los goles, en el que los propios jugadores tienen las estadísticas en su cabeza, Giroud ganó el Mundial de Rusia como delantero titular de Francia sin tirar a puerta. Su equipo lo necesitó en otras facetas y ahí estuvo. En Qatar, sin embargo, ha aparecido en dos momentos clave. Abrió el marcador contra Polonia en octavos y marcó el tanto decisivo contra Inglaterra.
A sus 36 años, eso sí, es el futbolista que más goles ha anotado con la camiseta francesa.
Nacido en Chambéry, ha compaginado su excelente carrera, especialmente notable en el Arsenal, con sus estudios de Económicas y Ciencias Sociales, a los que añadió un grado de dos años en Ciencias y Técnicas de la actividad Física y el Deporte. Se describe como una persona muy creyente (es evangélico protestante) y es la imagen de marcas como Hugo Boss o Puma.
La cabeza de Giroud dio ventaja a Francia. Pero quedaban 12 minutos y el tiempo añadido, por lo que el sufrimiento estaba garantizado.
Inglaterra mantuvo el plan y tuvo recompensa en forma de un nuevo penalti. Theo Hernández empujó por la espalda a Mount, y Kane volvió a asumir la responsabilidad.
Enfrente, el portero que entrena con él cada día, Lloris. El delantero quiso lanzar de forma similar, fuerte, alto, ajustado. Pero se le fue a las nubes. El disparo superó el larguero y las esperanzas inglesas se desvanecieron. 30 minutos después de celebrar el 1-1, Kane se estrellaba con la cara más cruel del fútbol.
Absolutely gutted. We’ve given it everything and it’s come down to a small detail which I take responsibility for. There’s no hiding from it, it hurts and it’ll take some time to get over it but that’s part of sport. pic.twitter.com/lw5Esl4fnA
— Harry Kane (@HKane) December 11, 2022
«Absolutamente destrozado. Lo hemos dado todo y se ha resuelto por un poco detalle del que yo me responsabilizo. No me escondo, duele y llevará un tiempo recuperarse pero es parte del deporte», tuiteó tras el encuentro.
Las ilusiones inglesas volaban mientras Francia celebraba el pase a semifinales.
Desde que lo lograra Brasil en Chile 1962, ninguna selección ha conquistado dos Mundiales de forma consecutiva. Francia está a dos pasos. Su siguiente rival será la gran revelación, Marruecos, que superó a Portugal con un gol de En-Nesyri. La favorita contra la sorpresa, en un duelo con connotaciones históricas, culturales y, por supuesto, deportivas. Será un partidazo.
Borja Santamaría
El Mundial ya tiene su revelación: así rugen los Leones del Atlas
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