El deporte mantiene un estrecha relación con la vida que nos permite extraer lecciones. Entre las más valiosas está ver cómo un equipo grande o una estrella reaccionan a una derrota inesperada o un doloroso fracaso. «Campeón no es el que nunca cae, sino el que siempre se levanta» es un lema recurrente. En este punto reside el mayor aprendizaje que podemos extraer del Mundial de Qatar. Argentina comenzó el campeonato perdiendo inesperadamente ante Arabia Saudita. Presión, decepción, incredulidad… Semanas después, la albiceleste tocó la gloria y levantó el título. Estas fueron las claves de la reacción.
En un país que vive el fútbol con una pasión desbordada, que aparca la lógica cuando se habla de la albiceleste, que traslada victorias y derrotas por fuera de los límites de lo racional, Lionel Scaloni pidió calma. Lo hizo durante todo el torneo, incluso antes. «No estamos obligados a ganar el Mundial, si pensamos eso estaremos muy equivocados», avisó días antes del arranque del torneo. Su perfil sereno, tranquilo, su apelación constante al sentido común fueron la mejor medicina para los instantes posteriores al pinchazo.
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La victoria en la Copa América jugada sólo un año antes ayudó a Scaloni a construir un discurso de confianza. «Seguimos pensando lo mismo», afirmó, tras reconocer que era un día triste. «Si hubiéramos ganado también pensaríamos en México (siguiente encuentro). No cambia el análisis por el resultado. Veníamos de una dinámica positiva que en algún momento se iba a romper y por suerte tenemos dos partidos delante que vamos a sacar«.
Argentina se levantó para vencer a México 2-0. Tras ese encuentro, vivido como una final, una cuestión de vida o muerte, Scaloni volvió a ser sensato. Evitó euforias y templó los ánimos, con unas palabras que definen a la perfección la calma que transmitió a equipo y entorno durante el campeonato. «Tenemos que recordar que esto es sólo un partido de fútbol. He recibido un mensaje de mi hermano, llorando, que se había ido de la ciudad para no ver el juego. No puede ser así. Es difícil hacer ver a la gente que mañana saldrá el sol, ganemos o perdamos».
Los futbolistas hicieron suyo el discurso, empezando por Leo Messi. «No esperábamos empezar de este modo. Confiábamos a empezar bien, poder ganar, y esto te da tranquilidad. Pero este grupo se destaca por la unión, por la fortaleza, y es el momento de estar más unidos que nunca y saber que tenemos que volver a la base, a nuestro funcionamiento para intentar ganar».
Confianza, foco en el grupo y en lo logrado, y recuerdo de que el torneo ofrecía más oportunidades. Las claves de los minutos después del golpe.
La confianza de Scaloni en lo hecho hasta entonces no se limitó al ámbito de las palabras. El técnico no sucumbió a la tentación de tirar por tierra todo el plan por una derrota. Realizó cambios con vistas al segundo partido, refrescó al equipo, pero no removió los cimientos ni modificó la idea. La columna vertebral se mantuvo y el técnico fue abriendo el abanico. Confió en todo el grupo, pero sin revoluciones.
El torneo, sin embargo, fue dando entrada a dos futbolistas que fueron clave en el desenlace del campeonato. Enzo Fernández salió desde el banquillo en los dos primeros encuentros. Ante México, redondeó el 2-0 y demostró ser la pieza que mejor encajaba en el centro del campo. Desde su destreza para leer el juego, incorporarse al ataque y distribuir el cuero, el futbolista del Benfica se hizo un hueco del que, a partir del choque contra Polonia, nadie le movió.
El ‘solucionador’, el profesor, el guerrero… Los escuderos del ’10’
Un proceso similar al atravesado por Julián Álvarez. Con Lautaro Martínez, estrella del Inter, como titular, la Araña comenzó el torneo en el banco pero el campeonato le fue situando en un rol protagonista. Marcó ante Polonia, y su despliegue físico y su ambición para atacar los espacios le convirtieron en un futbolista clave.
Scaloni mantuvo su confianza en la idea y los roles fundamentales de su equipo, pero también supo ir abriendo la mano para que los secundarios brillaran. Dos de ellos tiraron la puerta abajo y el técnico les dio la bienvenida a su once.
Si algo caracteriza la etapa al frente de Argentina de Scaloni, que llegó al banquillo como interino en 2018, es su apuesta por sus líderes. La figura de Messi es indiscutible, y el técnico también reconoció en Di María a un futbolista clave dentro del campo y en el vestuario. Por ello, construyó el equipo para que ambos encontraran su espacio y explotaran el 100 % de sus capacidades.
Una apuesta que el técnico llevó hasta sus últimas consecuencias. Lastrado por los problemas físicos, Di María no pudo participar a partir de la fase de grupos. Pese a ello, Scaloni lo introdujo en el once inicial de la final, cambiando incluso el sistema del 3-0 ante Croacia (semifinales) para acomodarlo en el costado izquierdo, atacando el flanco donde intuyó que Dembélé no ayudaría a Koundé en la defensa de Francia. Una jugada arriesgada que terminó en un penalti forzado, un gol y una exhibición del Fideo. La coherencia tuvo premio.
Sirva una anécdota para explicar qué significa Leo Messi para sus compañeros de selección. En 2016, presionado por las críticas, el ’10’ amagó con dejar el combinado nacional. Por aquel entonces, Enzo Fernández tenía 16 años, y escribió un post en Facebook dirigido a su ídolo. Lo recoge Hernán Casciari en su crónica «La valija de Lionel».
Enzo Fernández escribió esta carta abierta en su Facebook cuando Lionel Messi renunció a la Selección 🇦🇷 en 2016. Pasaron seis años y medio. De un abrazo simbólico al abrazo de gol en un Mundial. Soñado y hermoso. pic.twitter.com/n4hj9zwhOe
— VarskySports (@VarskySports) November 27, 2022
«Cómo te vamos a convencer nosotros que en nuestra vida que en nuestra vida tuvimos el 1 % de presión que tienes en tus hombros», reflexionaba Enzo. «Te miras al espejo y sabes que una multitud de 40 millones de habitantes no solo quieren que hagas las cosas perfectas, sino que ridículamente se ha impuesto que pueden exigírtelas«.
El relato emocionado, herido de Enzo termina con un ruego. «Haz lo que vos creas, Lionel, pero por favor piensa en quedarte. Pero quédate para divertirte, que es lo que esta gente te ha quitado. En un mundo de presiones ridículas, logran sacarle lo más noble que tiene un juego, la diversión».
Seis años después, Enzo Fernández posaba junto a su ídolo y al Dibu Martínez como mejor joven, mejor jugador y mejor portero del Mundial de Qatar. El liderazgo de Messi para la selección argentina se construye desde la admiración a su talento, a sus logros, a su ejemplo y a todo lo que ha luchado por levantar esa copa para su país. Su ascendencia sobre el vestuario fue vital para que Argentina siguiese caminando en la misma dirección, con la misma convicción, pese al sonoro tropiezo inicial contra Arabia.
Argentina tuvo que levantarse de la primera derrota, como del penalti fallado ante Polonia, del 2-0 desperdiciado en pocos minutos contra Países Bajos, de la remontada de Mbappé a pocos minutos de la gloria, del penalti en la prórroga de la final… Lo hizo desde la convicción, la serenidad, el liderazgo de un futbolista de leyenda y la aportación de sus entregados escuderos. Una gran lección de vida.
Borja Santamaría
Títulos, récords y millones; el fenómeno Leo Messi, en números
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