La resiliencia de la naturaleza tiene un límite, y la acción humana nos acerca a él de forma peligrosa. Por eso, y antes de que sea demasiado tarde, es hora de ser conscientes de la huella ecológica que estamos dejando para, desde esa base, buscar soluciones conjuntas.
A continuación, repasamos algunas consecuencias de la actividad humana que deben hacernos reflexionar y actuar. El futuro del planeta está en juego.
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El 85% de los incendios forestales está causado por la mano del hombre, ya sea por irresponsabilidad o negligencia o de manera intencionada. Algunas de las consecuencias incluyen pérdida de hábitats naturales, calentamiento global, o contaminación del agua y la atmósfera por las emisiones de CO2 y desertización.
Junto a las sequías causadas por la naturaleza, encontramos los perjuicios provocados por el hombre. El cambio climático y la mala gestión del suelo y agua hacen que influyamos en el deterioro acelerado de nuestro planeta. Según el Atlas Mundial de la Desertificación de la Comisión Europea, más del 75 % de la superficie terrestre ya está degradada.
Los principales causantes son las centrales nucleares y termoeléctricas, modificando la temperatura del medioambiente de manera perjudicial. Aunque afecta principalmente al agua, su efecto negativo impactará en todo el ecosistema. Una solución sería potenciar el uso de la energía eólica, hidroeléctrica y solar.
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Un estudio emitido por el Geophysical Research Letters asegura que la Tierra se oscurece a causa del cambio climático. El calentamiento de las aguas del océano provoca una disminución de nubes brillantes que son las que reflejan la luz solar, y consecuentemente incide en una caída en el brillo del planeta. Los estudios confirman que la Tierra refleja aproximadamente medio vatio menos de luz por metro cuadrado.
La Tierra, el «planeta azul», tiene en su composición el 70 % de agua. Aunque pueda parecer mucho, en realidad es un bien muy preciado, pues solo el 2.5 % es dulce. La degradación de la misma y su escasez afecta a más del 40 % de la población. Los desechos industriales que no tratados convenientemente y son vertidos en el agua degradan la calidad de la misma y la convierten en tóxica para los humanos y para el medioambiente.
Aproximadamente 7 millones de toneladas de residuos son arrojados a los mares y se calcula que un 80 % de esta basura proviene de la tierra. La basura plástica que llega al mar, por la acción del agua, el sol y los microorganismos se va degradando hasta convertirse en minúsculas partículas llamadas microplásticos. Este «veneno del mar» termina en el estómago de la fauna marina, llegando finalmente a los humanos.
El deshielo de los glaciares es causado en un 60 % por los seres humanos. El dióxido de carbono y las emisiones de gases de efecto invernadero han hecho aumentar las temperaturas y derretir los glaciares. Datos de Greenpeace indican que el grosor del hielo ártico ha disminuido un 40 % en los últimos 30 años. Esto dará lugar a episodios meteorológicos más extremos, con inundaciones, sequías y tormentas intensas.
El cambio climático está afectando a las especies y más del 28 % está en peligro de extinción. Esto influirá en la distribución del ecosistema marino y terrestre, creando un desequilibrio a nivel global. En la foto podemos ver al orangután de Sumatra. Se estima que quedan aproximadamente unos 14,600, por lo que se le considera «en peligro crítico de extinción».
Cada vez son más los estudios que reflejan la influencia humana en las lluvias descontroladas. La emisión de gases de efecto invernadero incrementa la probabilidad de que se produzcan precipitaciones extremas que causen graves daños. Entre ellos encontramos las pérdidas económicas en las poblaciones afectadas, la amenaza a la salud por la transmisión fecal-oral y de patógenos, y daños en cultivos, entre otros.
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El cambio climático causado por el hombre hace que los huracanes sean más peligrosos y se estén intensificando debido al calentamiento del océano y del planeta en general. Datos de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos revelan que más del 90 % del calentamiento global en los últimos 50 años han tenido lugar en los océanos.
Los bosques ocupan un 30 % de la superficie terrestre y los árboles juegan un papel vital en la absorción de los gases de efecto invernadero. Su pérdida contribuye al cambio climático, influyendo no solo en el calentamiento global, sino también en la pérdida de gran parte de la flora y la fauna del lugar. La tala de árboles sin control influye también en la degradación de los suelos, al disminuir su materia orgánica, dejándolos expuestos a la meteorización y la erosión.
El deshielo de los glaciares sin que se vuelva a helar en invierno debido a las altas temperaturas, junto con el deshielo de Groenlandia y la Antártica Occidental a ritmo acelerado a consecuencia del calor y la dilatación térmica del agua, están dentro de las causas principales del aumento del nivel del mar. Esto hace que lugares de poca altitud corran el riesgo de ser completamente engullidos por el agua.
Isabel Ariza. Reportaje publicado en la edición de enero de revista Mercado.
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