Desde sus inicios, Asia siempre ha sido un continente con gran influencia en el resto del mundo: inventos revolucionarios, religión, cultura, vestimenta y, por su puesto, gastronomía. Entre las delicias que el resto de los países han podido disfrutar –y adoptar– se encuentra el sushi, un plato tradicional japonés preparado con arroz, mariscos y verduras.
A simple vista, se asume que este alimento es completamente saludable. Sin embargo, el sushi tiene sus puntos a favor y en contra.
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¿Qué hay de bueno?
El sushi cuenta con ingredientes como frutas, hortalizas, algas, pescado… todo lo que significa ser una buena fuente de proteínas, yodo, vitamina D, grasas saludables, fibra, minerales, vitamina C, entre otros. Estas grasas saludables participan en la regulación de la presión arterial, procesos inflamatorios, coagulación sanguínea y ayudan a combatir en enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.
¿Y de malo?
Pues, cada rollo contiene un bajo volumen de pescados, algas, verduras y frutas; su componente principal es el arroz blanco, el mismo que es derrochado de la mayoría de su fibra, vitaminas y minerales para hacerlo característico del plato japonés.
Estudios confirman que parte del almidón presente en el arroz usado es resistente a la acción de las enzimas digestivas, por lo cual aporta menos calorías que lo usual. Usualmente cuando se cocina el arroz, se forma una estructura cristalina difícil de degradar por las enzimas, actuando como fibra soluble que aumenta la saciedad y reduce los picos de glucemia.
Tomando en cuenta otros condimentos que acompañan al sushi, tenemos la salsa de soja o de anguila, bastante rica en sal. El contenido promedio supone entre un 27,3 y 50,7% de la cantidad máxima diaria recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Además, otros tipos de sushi se preparan con salsas con un alto contenido en grasas que rebosan con masas de tempera que se fríen, por lo que su valor energético es considerable.
A menudo se considera un producto alimentario potencialmente peligroso, al usar pescados y mariscos crudos son susceptibles de albergar parásitos, bacterias y metales pesados. La enfermedad más común asociada al consumo de sushi es la anisakiasis, una enfermedad que se desencadena cuando ingerimos larvas vivas de anisakis.
Se trata de un parásito que puede provocar alteraciones digestivas y reacciones alérgicas, en ocasiones, graves. Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), la mejor manera de prevenirla es congelando el pescado durante 5 días a -20 ºC, pero si el frigorífico no alcanza esa temperatura, se debe comprar pescado ya congelado.
En definitiva, si tenemos en cuenta la composición nutricional del sushi, podemos decir que es una comida saludable siempre que no se acompañe de un exceso de salsas ni tempuras. No obstante, es importante que utilicemos ingredientes microbiológicamente seguros para su elaboración. (Isabel Odriozola Serrano/pfm)
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