El producto interior bruto (PIB) de Estados Unidos aumentó un 0.8 % entre abril y junio de 2025, una décima más de lo calculado en la primera estimación. En cifras anualizadas, la economía más grande del mundo se expandió un 3.3 %, tres décimas por encima del dato publicado en julio por el Buró de Análisis Económico (BEA).
Este repunte representa una mejora significativa frente al retroceso del 0.5 % anualizado registrado en el primer trimestre del año. El resultado refuerza las expectativas sobre la resiliencia de la economía estadounidense, incluso en medio de la volatilidad que genera el comercio internacional.
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El informe del BEA atribuye el buen desempeño del segundo trimestre a dos elementos clave. Primero, la caída de las importaciones, que descendieron un 29.8 % anualizado, un ajuste al alza frente al 30.3 % calculado en un inicio. Segundo, el dinamismo del consumo privado, que creció un 1.6 %, dos décimas más de lo estimado en julio.
El consumo se mantiene como el motor principal de la economía estadounidense. Su fortaleza se explica por un mercado laboral todavía sólido y por el nivel de confianza de los hogares. Estos factores impulsan la demanda interna en un contexto donde la inflación ha mostrado señales de moderación.
No obstante, el informe también refleja un retroceso en el gasto público. La primera estimación apuntaba a un crecimiento del 0.4 %, pero la revisión mostró una contracción del 0.2 %. Este ajuste indica que el sector gubernamental tuvo una contribución negativa al crecimiento global durante el periodo analizado.
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La inversión privada fue uno de los apartados que mostró mayores ajustes. El dato revisado indica una caída del 13.8 % anualizado en el segundo trimestre. Aunque se trata de una contracción considerable, la revisión sugiere que fue menos pronunciada de lo que se pensaba en un inicio. Esto reduce, en parte, las preocupaciones sobre una desaceleración más fuerte en la actividad empresarial.
Por otro lado, las exportaciones estadounidenses también recibieron una corrección favorable. El retroceso pasó de un -1.8 % a un -1.3 % anualizado. Aunque la cifra sigue en terreno negativo, muestra un impacto menor al previsto inicialmente. El ajuste se da en un contexto de tensiones comerciales internacionales, que han afectado de manera directa el flujo de bienes y servicios.
En conjunto, estos datos reflejan un escenario complejo. Mientras el consumo mantiene el crecimiento, la debilidad en la inversión y la presión sobre las exportaciones advierten de los riesgos que enfrenta la economía para sostener su dinamismo.
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La revisión al alza del PIB evidencia que la economía de Estados Unidos conserva un grado notable de resiliencia frente a factores externos como la contracción del comercio global o los efectos de la política arancelaria. Sin embargo, persisten elementos de vulnerabilidad.
Los analistas subrayan que la inversión débil y la moderación del gasto público podrían convertirse en señales de alerta para el segundo semestre del año. Estas variables determinarán en gran medida si el crecimiento logrado en el segundo trimestre puede mantenerse en los meses siguientes.
El reto para la administración estadounidense será mantener el impulso del consumo, preservar la estabilidad financiera y alcanzar un equilibrio fiscal que permita sostener la expansión económica sin generar presiones inflacionarias adicionales. A ello se suma la necesidad de una política comercial que reduzca la incertidumbre y fomente la competitividad internacional.
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