De no haber sido economista Rebeca Grynspan habría sido cantante; habría entonado trovas, aunque reconoce que la de cantar no es su mejor cualidad. Esta hija de emigrantes polacos de origen judío, es la primera persona centroamericana en ocupar el cargo de secretaria general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad).
Lo primero que ha declarado la flamante nueva jefa del organismo encargado del desarrollo ha sido que “la Unctad puede ser más importante que nunca para la recuperación”. En este sentido esta optimista convencida y defensora incansable del multilateralismo, se muestra convencida de que esta labor que empezará a dirigir en septiembre puede ser vital en dos ejes principales: ayudar a los países en desarrollo y lograr que tengan una rápida recuperación pospandemia.
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La economista tica, tras siete años al frente del espacio más político del continente en la Secretaría General Iberoamericana, regresa con toda la fuerza pues a su hábitat natural; el desarrollo. Entre los deberes que tiene al frente de esta agencia de Naciones Unidas será ayudar a los países más humildes a superar la pandemia y acelerar su recuperación económica para que las desigualdades con otros Estados no se profundicen aún más.
Otro de los objetivos será dar visibilidad a un organismo mucho menos conocido que otras entidades de la ONU como ACNUR, UNICEF o el PNUD, algo que también se marcó como meta al tomar las riendas de Segib. Grynspan ha tenido una carrera prolífica en el sistema da Naciones Unidas desempeñando varios cargos de alto nivel, entre ellos el de secretaria general adjunta de las Naciones Unidas y el de administradora asociada del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) durante la Administración de Ban-Ki-Moon.
Hasta ahora sido secretaria general de la SEGIB desde el 1 de abril de 2014, fecha en la que fue elegida por unanimidad en la reunión extraordinaria de ministros de Relaciones Exteriores de los 22 países que conforman la Conferencia Iberoamericana.
Fueron siete “duros años” para América Latina, en los que le tocó manejar cuatro Cumbres Iberoamericanas (en México, Colombia, Guatemala y Andorra), impregnadas por la situación venezolana, el proceso de paz en Colombia o la pandemia mundial que monopolizó la última de las citas.
Una “experiencia extraordinaria” en la que consiguió cumplir el principal mandato que le dio la comunidad iberoamericana, renovar las Cumbres, que llevaron a la región a tener “una mayor presencia internacional” y donde la “sustancia” fue “más importante” que la presencia de ciertos presidentes.
Por si fuera poco, Grynspan, en 2014 y 2015 fue elegida como una de los 50 intelectuales más influyentes de América Latina. Entre lo que habría querido hacer y no ha hecho está escalar una montaña y lo primero que hace al levantarse es tomarse un café, el primero de muchos, y leer los diarios que aún compra en papel.
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