En Manhattan, el sobrenombre de “la jungla de asfalto” podría justificarse perfectamente por su alta densidad de población que vive y trabaja en numerosos edificios famosos por su gran altura. Es, en esencia, una zona urbana que siempre lucha por rescatar o crear espacios capaces de garantizar ese necesario y gratificante contacto con la naturaleza.
Un ejemplo del rescate y readecuación de zonas abandonadas es High Line, el parque que surgió en una sección de vías elevadas de las líneas de un antiguo ferrocarril. Y como ejemplo de creación de nuevos espacios naturales que partió prácticamente de la nada está Little Island, sobre las aguas del río Hudson, en New York. Toda una proeza de ingeniería al servicio del esparcimiento de los ciuda danos de la gran ciudad.
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El punto de partida de esta iniciativa se remonta al 2013, cuando el reconocido empresario Barry Diller, en asociación con el Hudson River Park Trust, se embarcó en visualizar una solución para la reparación y reactivación del Pier 54, que había sufrido daños considerables tras el paso del huracán Sandy. Pensó en un espacio público completamente nuevo para Nueva York, uno que crearía una experiencia inmersiva con la naturaleza y el arte.
Diller recurrió a la experiencia de líderes de la industria en las artes como Scott Rudin, Stephen Daldry, George C. Wolfe y Kate Horton para explorar las posibilidades de crear un nuevo parque público en New York. Este equipo, junto con Hudson River Park, seleccionó las firmas de diseño de Heatherwick Studio y MNLA para hacer realidad esta visión. Las dos firmas combinaron todo lo que la arquitectura y la ingeniería innovadora pueden aportar para, lejos de tierra firme, crear un verdadero oasis para que los ciudadanos puedan recrearse.
La superficie de Little Island es soportada gracias a numerosos pilotes de hormigón que se elevan desde el río Hudson, que emergen de entre los pilotes de madera originales de los muelles 54 y 56, conservados en gran medida para mantener los hábitats de la vida acuática en esa zona del río.
Para este diseño estructural se confió en Heatherwick Studio, quienes exploraron la idea de fabricar un nuevo muelle que pudiera aprovechar los antiguos pilotes de madera restantes del muelle 54.
“Nos preguntamos si la identidad de nuestro nuevo parque podría surgir del agua, al igual que estos pilotes estructurales. Esta idea evolucionó para tomar los nuevos pilotes de hormigón que se necesitarían para conectar con la base del río, y luego continuarlos fuera del agua, extendiéndose hacia el cielo para levantar secciones de un generoso paisaje verde”, expresa Thomas Heatherwick, el fundador de la empresa Heatherwick Studio.
En esta innovadora obra de ingeniería y arquitectura también tiene gran protagonismo el paisajismo, punto importante de todo parque. Para el diseño de paisaje la empresa MNLA concibió toda la superficie como una hoja flotando en el agua, una estrategia que le aporta a Little Island gran belleza, sin necesidad de recurrir a una superficie completamente plana.
“Las esquinas elevadas del muelle crean microclimas distintos que se revelan a través del color, la textura, la luz y la sombra. Little Island es un jardín botánico marítimo con 35 especies de árboles, 65 especies de arbustos y 270 variedades de pastos, plantas perennes, enredaderas y bulbos, muchos de los cuales han sido seleccionados por su fragancia y atractivo para aves y polinizadores”, declara Signe Nielsen, director de MNLA.
La firma de ingeniería geotécnica Mueser Rutledge diseñó los pilotes de concreto que tienen un peso de hasta 75 toneladas.
Más allá de ser un parque que se destaca por su originalidad en el panorama de una ciudad en constante evolución como lo es New York, Little Island es también un lugar para educar a la comunidad. Con un Consejo compuesto por 12 miembros de diferentes edades que representan los sectores empresarial, cultural y gubernamental, sus acciones están encaminadas a crear un entorno comprometido con el medio ambiente, en un entorno que busca hacer la vida urbana más placentera.
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