Según todos los estudios realizados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el cambio climático, alrededor del 80 % de las reservas de combustibles fósiles deben permanecer bajo tierra para cumplir el objetivo del Acuerdo de París. Este fijaba como objetivo mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2°C.
Al igual que muchos científicos, el Papa Francisco también ve con preocupación el actual momento que vive el planeta puede estar acercándose al punto de ruptura.
Ante esta situación, el jefe de la Iglesia Católica Romana expresó que la necesaria transición hacia la energía limpia y el “abandono” de los combustibles fósiles no avanzan a la velocidad necesaria, en una declaración descrita como una exhortación a todas las personas de buena voluntad ante la crisis climática.
El Papa decidió publicarla en la fiesta de San Francisco de Asís, cuyo el título en latín “Laudate Deum” (Alabado sea Dios), llega antes de la conferencia climática COP28. Ésta se celebrará del 30 de noviembre al 12 de diciembre y convocará a las 197 naciones que firmaron la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 1992.
El anfitrión de la COP28, un gran exportador de combustibles fósilesCabe destacar que el epicentro de esta importante reunión se celebrará Dubái, un país del Golfo Pérsico conocido como un gran exportador de combustibles fósiles. Aunque ha realizado importantes inversiones en fuentes de energía renovables, las empresas de gas y petróleo están planeando nuevos proyectos allí, con el objetivo de de aumentar aún más su producción
Estos eventos extremos motivaron al Papa a escribir este nuevo documento para reforzar su llamado a la lucha colectiva contra el cambio climático y la promoción de un futuro sostenible.
El Papa expresó su esperanza de que la COP28 sea un acontecimiento histórico y que se puedan establecer condiciones vinculantes para la tan esperada transición energética de manera eficiente, obligatorias y fácilmente supervisadas. Además, el Santo Padre insinúo que se debe iniciar un nuevo proceso drástico, intenso y que cuente con el compromiso de todos. Algo que evidentemente no se logró en las 27 reuniones anteriores de la COP.
Además, el Santo Padre, instó a los ejecutivos petroleros, inversionistas y otras partes interesadas que asistirán a la conferencia a entablar un diálogo sobre la transición a la energía limpia y desarrollar una estrategia a largo plazo para brindar seguridad energética.
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Llamó a realizar esfuerzos para utilizar fuentes de energía eficientes, garantizando al mismo tiempo un mayor acceso a la energía por parte de los países “menos desarrollados”, diversificando las fuentes de energía y promoviendo el desarrollo sostenible de las fuentes de energía renovables. También pidió medidas fiscales y económicas, transferencia de capacidad tecnológica y cooperación regional e internacional en áreas como el acceso a la información.
Aprovechó además de elogiar a las empresas de petróleo y gas por las medidas adoptadas hasta el momento para evaluar el riesgo climático y ajustar sus prácticas comerciales en consecuencia, y a los inversores por considerar las cuestiones medioambientales y de sostenibilidad en sus estrategias de inversión.
Los activistas acogieron con agrado la intervención del Papa. Bill McKibben, activista climático y cofundador de 350.org y Third Act, expresó que «el trabajo de los líderes espirituales de todo el mundo puede ser nuestra mejor oportunidad de controlar las cosas. Sí, los ingenieros han hecho su trabajo. Sí, los científicos han hecho su trabajo. Pero ya es hora de que el corazón humano haga su trabajo».
Christiana Figueres, exjefa climática de la ONU que dirigió el proceso del acuerdo de París, dio «una calurosa bienvenida a la nueva exhortación del Santo Padre. Nos recuerda que debemos utilizar los tres lenguajes humanos (cabeza, corazón y manos) para proteger la naturaleza y proteger a los más vulnerables de nuestras sociedades”.
En tanto, Christine Allen, directora de la agencia católica de ayuda Cafod, dijo que «en lugar de hacer cientos de viajes en aviones privados, los políticos de los países ricos deben tomar la iniciativa. Deben hacer frente a nuestra responsabilidad histórica como grandes contaminadores y proporcionar más recursos financieros y técnicos”.
Artículo publicado en la edición de noviembre de revista Mercado
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