La industria del cine y la televisión es uno de los sectores que más energía consume en el mundo. Según la Academia Británica de Cine y Televisión (BAFTA), cada producción de las películas más taquilleras (con un presupuesto promedio de US$70 millones) emite una media de 2,840 toneladas de CO2. Para poner en contexto el dato, se necesitan 3,700 acres de bosque para absorber el equivalente en un año.
A menudo filmado en varios países, el 51 % de estas grandes emisiones de CO2 están relacionadas con el transporte, aunque son cientos de factores que afectan el medioambiente en la industria cinematográfica, que van desde la cantidad de cámaras utilizadas hasta las diversas locaciones de filmación.
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En un set de producción, se imprimen en papel varias copias del guion y, a menudo, se usa plástico desechable para mantener al elenco y al equipo alimentados e hidratados. La utilería y el vestuario a menudo se desechan después de su uso, y los enormes convoyes de vehículos y generadores de energía dejan una huella de carbono considerable.
Por otra parte, la cantidad de contenidos programáticos aumenta año tras año, en parte debido a los servicios de transmisión y la ruptura de las estructuras de programas lineales. De ese modo, a medida que crece el número de producciones, también crece el consumo de energía y la huella de carbono en esta industria. Por lo tanto, la sostenibilidad cinematográfica se está convirtiendo en un tema cada vez más importante.
La realización de películas, por su propia naturaleza, es muy contraria a la sostenibilidad. Los escenarios y la utilería se construyen temporalmente, mientras que los efectos especiales causan caos ambiental y, si bien la lucha por salvar el medioambiente podría haber sido amplificada por Hollywood, la industria cinematográfica en sí misma tiene mucho que responder en términos de su huella de carbono.
Las producciones transportan a cientos (y a veces miles) de miembros de la tripulación a varios países, donde se construyen escenarios temporales gigantes para uso a muy corto plazo. La energía, los alimentos y los recursos utilizados pasan factura al ecosistema local.
Así fue en el caso de la famosa película de 2001, “The Beach”, la cual causó daños permanentes en su escenario, la playa de Ko Phi Phi Le en Tailandia. El área sufrió tal deterioro por la intervención del equipo de filmación y el posterior tráfico de turistas que provocó que Tailandia cerrara la playa en 2018.
Asimismo, durante una entrevista sobre la película de 2003, “Piratas del Caribe: La maldición de la perla negra” , el actor Lee Arenberg reveló que “se podría haber dado 120 vueltas alrededor de la Tierra con todo el combustible utilizado”. Cabe recordar que la producción fue filmada con barcos reales. Además, se compraron 700 celulares, de los cuales 240 terminaron en el fondo del mar.
Así, con la sostenibilidad en mente, muchas productoras buscan reducir la huella de carbono en sus futuras realizaciones. Netflix anunció que todo su contenido original será más sostenible en el futuro, introduciendo técnicas como el uso de generadores de baterías eléctricas para obtener energía (a diferencia del diésel), contratando actores y equipos locales cuando sea posible para reducir los viajes e incorporando entornos virtuales.
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Por otro lado, en un panorama cultural dominado por los superhéroes, también vale la pena señalar que muchos disfraces que se usan en las películas de Marvel son virtuales (como los disfraces de viaje en el tiempo hechos para «Avengers: Endgame»), lo que ahorra los recursos necesarios para producir muchos atuendos diferentes.
Como anécdota, cambios como proporcionar botellas de agua reutilizables y reducir los envases en el catering en el set están reduciendo las emisiones.
Por su parte, el Instituto Británico de Cine, el cual supervisa la industria del Reino Unido, donde se realizan muchas de las películas de estudio más grandes, lanzó un plan para reducir la producción cinematográfica a cero neto en términos de emisiones de carbono para el año 2050.
En la cima de la montaña de Hollywood, The Academy ha prohibido que se envíen a los votantes pantallas de DVD o Blu Ray de los aspirantes al Óscar, utilizando, en cambio, un servicio de transmisión privado más sostenible.
A su vez, actores reconocidos a nivel mundial como Leonardo DiCaprio han ganado elogios por su filantropía ambiental. Actualmente, el ganador del Óscar al mejor actor en 2016 («El Renacido»), está donando e invirtiendo en una serie de negocios de energía renovable.
Asimismo, la actriz británica Emma Watson creó la cuenta de Instagram @The_Press_Tour para mostrar la moda sostenible que usó en la alfombra roja durante la gira de prensa de La Bella y la Bestia de 2017 .
Al observar las tendencias alrededor y dentro del mercado del cine, está claro que el diseño de productos ecológicos y energéticamente eficientes está cobrando impulso.
Artículo publicado en la edición de marzo de revista Mercado
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