Hay innumerables factores que pueden llevar a los CEOs a ser culpados por el mal desempeño de sus empresas, muchos de los cuales están fuera de su control. Investigaciones recientes, sin embargo, sugieren que la forma en que se presentan los líderes desempeña un papel importante.
A través de un análisis de 23 mil artículos en los medios de comunicación sobre más de 350 directores ejecutivos, descubrimos que cuando estos acreditan sus decisiones estratégicas por beneficios positivos inesperados, es más probable que se les culpe de los resultados negativos en el futuro. Y, además, aumenta el riesgo de que los despidan como consecuencia de ellos.
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Por el contrario, cuando los líderes son humildes y se atribuyen menos el mérito de los resultados positivos, es menos probable que se les culpe o se les quite de sus posiciones cuando bajen las ganancias.
Este efecto se debe principalmente a un fenómeno psicológico conocido como anclaje. Cuando un CEO empuja la narrativa de que sus elecciones estratégicas, más que los factores externos, son responsables del desempeño positivo de su empresa, crecen las posibilidades que los analistas y los miembros del consejo de administración asuman que el rendimiento negativo posterior también es el resultado de las decisiones estratégicas del CEO. Es decir, cuando las cosas no salen, las suposiciones en torno a quién es el culpable de la rentabilidad negativa se basan en la atribución inicial de crédito que asumió el CEO cuando todo iba viento en popa.
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La cuestión no sólo afecta de puertas adentro de una compañía. Estos juicios sesgados pueden tener una influencia enorme en las opiniones de los medios de comunicación y el público en general. Así, una vez que las percepciones sobre un CEO se han deteriorado, es mucho más probable que los consejos de administración cedan a la presión pública para despedirlo que basen sus decisiones en una revisión justa y exhaustiva de toda la tenencia.
El CEO contundente que es visto como el que salva la empresa sin ayuda de nadie puede, unos años después, ser visto como el único responsable de su fracaso, independientemente de las circunstancias atenuantes.
Por lo tanto, para evitar riesgos futuros ante un posible fracaso, nuestra investigación sugiere que los líderes adopten un enfoque a largo plazo de la gestión de impresiones. Tomar la mayor parte del crédito por los éxitos de su empresa puede resultar tentador en este momento (especialmente si su compensación está ligada en gran medida a actualizaciones autoinformadas), pero esta estrategia puede resultar contraproducente rápidamente cuando las cosas se pongan en su contra. Además, investigaciones anteriores sugieren que los directores ejecutivos más humildes disfrutan de un mejor rendimiento del mercado y de relaciones más positivas tanto con sus compañeros ejecutivos como con los mandos intermedios.
En definitiva, hay más de una razón para pecar del lado de la humildad.
Por Nandini Rajagopalan, Sun Hyun Park y Sung Hun (Brian) Chung. Artículo publicado en la edición de septiembre de revista Mercado
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