Adiós a la primera dama de europa

Por Karime Rivas | septiembre 29, 2021

Finaliza la era de Merkel. Habrán pasado 16 años desde aquel 22 de noviembre de 2005, cuando Ángela Dorothea Merkel se convertía, con 51 años, en la primera mujer al frente del gobierno federal de Alemania. Iniciaba su legado con una triple anomalía entre los líderes alemanes: mujer divorciada y sin hijos; científica, doctora en química cuántica, y procedente de la República Democrática Alemana (RDA).

Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que Merkel mostrara su liderazgo y fuera considerada como una de las mujeres más influyentes y poderosas del mundo.

Merkel es considerada una de las mujeres más influyentes y poderosas del mundo. Deja su cargo con una aprobación récord en Alemania.

Dieciséis años después, la “nueva dama de hierro” ha llevado las riendas de la locomotora europea durante períodos muy agitados a nivel mundial, con una crisis financiera internacional desde 2008, una crisis de deuda soberana en Europa desde 2011, en pleno auge del euroescepticismo y con la salida de Reino Unido del bloque europeo; y en medio de una presión migratoria cada vez mayor.

Desde hace un año y medio también ha tenido que lidiar con la peor crisis sanitaria y económica mundial en tiempos de paz a causa del coronavirus.

En cuanto a su política económica, usualmente, ha resultado aprobada. Sus decisiones en este rubro han estado marcadas por el pragmatismo y no por una ideología en concreto.

Los expertos dicen que los últimos diez años han sido de prosperidad, logrando estabilidad y una gran reducción de la deuda pese al aumento de las políticas sociales. Las políticas fiscales de su gobierno permitieron alcanzar un superávit fiscal envidiable para casi toda Europa, así como el ritmo de sus exportaciones industriales.

Alemania ha reducido la deuda pública en 20 puntos porcentuales desde 2010, el empleo y las exportaciones llevan una década marcando máximos y la economía ha crecido en 13 de los últimos 15 años. La deuda de Alemania ha bajado por séptimo año consecutivo. El endeudamiento público de Alemania se sitúa por debajo del límite del 60 % que establece el Tratado de Maastricht por primera vez desde 2002. En 2020, la economía del país germánico se contrajo un 4,8%, una caída del PIB mucho menor que la de las otras grandes economías europeas. En Francia, el COVID-19 supuso una contracción económica del 8,1%, mientras que en Italia fue del 8,9% y en España del 10,8%. De esta manera, las previsiones oficiales del Gobierno alemán contemplan un crecimiento del 3,5% para este año y del 3,6% para 2022. Alemania, definitivamente, es el motor de la Unión Europea, pero muchos miembros del bloque jamás pudieron seguir su ritmo ni sus objetivos.

Esto ha desembocado en varios problemas, siendo la crisis del euro (2009-2010) el más recordado. En su mayoría, fueron los bancos alemanes y franceses los grandes prestamistas del sur, lo cual, añadido a la imposición alemana de austeridad a países como España, Portugal, Italia y Grecia, generó la sensación de que Berlín se estaba alejando del compromiso fundamental de la integración europea.

Las principales propuestas de los conservadores, Los Verdes y los socialdemócratas se engloban en grandes temas: el cambio climático, la integración europea y la política exterior común

 

Sin dudas, su decisión más recordada, y la más polémica, fue su política migratoria implementada desde septiembre de 2015, cuando abrió las fronteras de su país a los refugiados que llegaban de Siria, Irak y Afganistán que tuvo como consecuencia el arribo de más de 1,000,000 de extranjeros, lo cual desembocó en grandes impactos sociales y políticos.

En una crisis humanitaria sin precedentes, Merkel se mantuvo firme con sus convicciones y le dijo a Europa que debían realizar el esfuerzo. En general, su política exterior se ha visto caracterizada por su pragmatismo y su serenidad. Merkel siempre priorizó el equilibrio y el multilateralismo en una época marcada por las apariciones de Donald Trump, el Brexit y Recep Tayyip Erdoğan.

Internacionalmente, la canciller es vista como la gran mediadora de las crisis, como ocurrió con la deuda europea y la actual pandemia. Así, la salida de Merkel marca el ocaso de un tiempo político que empieza a percibirse como lejano y abrirá paso a uno nuevo, plagado de interrogantes, no solo para Alemania, sino para todo el mundo. Ahora todas las miradas están puestas en los candidatos a sucederla.

El bloque conservador, cuyo aspirante es Armin Laschet, Los Verdes encabezada por Annalena Baerbock y el Partido Socialdemócrata (SPD), liderado por Olaf Scholz, son los tres principales partidos políticos de Alemania que luchan por sentarse en el codiciado sillón de la cancillería federal alemana. Los temas más relevantes de las campañas pueden condensarse en tres grandes áreas: cambio climático, integración europea y política exterior común.

En relación con el cambio climático, es, de forma persistente, la de mayor preocupación de los alemanes en las últimas encuestas, sobre todo con las inundaciones que afectaron a aquel país en estas últimas semanas. Baerbock ha asegurado que su partido aspira a convertir la lucha contra el cambio climático en el eje de su acción de gobierno y que será la “vara de medir a todos los sectores” cuyo objetivo primordial es el cumplimiento del Acuerdo de París. Por su parte, Laschet recalca la necesidad de mantener el “bienestar” socioeconómico, dando a entender, por un lado, que las políticas de Los Verdes perjudicarían la competitividad de las empresas alemanas y lastrarían el empleo y, por otro, que el rendimiento económico y respeto al medio ambiente son, al menos parcialmente, contradictorios.

En tanto, Scholz está en este ámbito más cerca de Laschet que de Baerbock. Los socialdemócratas consideran que el cambio climático es uno de los asuntos primordiales, pero abogan por encontrar el equilibrio adecuado para no dañar la economía. En sus últimas reuniones multilaterales como actual ministro alemán de finanzas ha lanzado la idea de crear un “club del clima”, una alianza de naciones que se comprometan a coordinarse para que el juego limpio impere en la transición ecológica y que ninguna de ellas se plantee lograr una ventaja competitiva a costa de contaminar.

Con respecto a la integración europea, Baerbock y Scholz tienen más puntos en común en este apartado. Todos comparten la importancia del proyecto europeo, pero tanto la líder verde como el candidato socialdemócrata, además de aspirar a hacer avanzar el aspecto político, quieren profundizar la integración económica del bloque.

En tanto, los tres principales candidatos abogan abiertamente por una UE más activa en política exterior, más autónoma, y guiada tanto por sus valores como por sus intereses. Todos ven en Joe Biden una oportunidad para recomponer los lazos con Estados Unidos, pero desde una nueva posición más independiente y de mayor responsabilidad. Pese a las grandes coincidencias entre los tres candidatos, la incertidumbre en torno a los futuros socios y sus cuotas de poder dejan en el aire muchas cuestiones clave sobre el próximo gobierno alemán.

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