La inteligencia artificial generativa llegó con la promesa de revolucionar el mundo laboral, optimizando procesos y reduciendo la carga de trabajo de los empleados. Sin embargo, una nueva investigación realizada por las universidades de Emory, Fordham y Auburn revela una realidad contradictoria: a medida que una profesión se expone más a la IA, las horas de trabajo aumentan y la satisfacción laboral disminuye.
Líderes tecnológicos como Bill Gates han proyectado un futuro en el que la IA permita reducir la jornada laboral. No obstante, el análisis de datos de diarios de 24 horas y la Encuesta Estadounidense sobre el Uso del Tiempo muestra lo contrario. Según el estudio, un trabajador cuyo campo profesional pasa del segundo al tercer cuartil de exposición a la IA generativa suele trabajar 3,15 horas adicionales por semana.
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El problema radica en cómo las empresas implementan la tecnología. Si bien la automatización puede reducir las tareas repetitivas, también permite a los empleadores incrementar la supervisión y elevar los estándares de producción. Como resultado, en lugar de liberar tiempo para los empleados, la IA está intensificando las cargas de trabajo y erosionando el equilibrio entre la vida personal y profesional.
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Los trabajadores remotos, especialmente aquellos en sectores con alta exposición a la IA, han visto un incremento en sus horas laborales desde la pandemia. Esto es particularmente evidente en industrias donde la IA se usa para crear contenido o procesar grandes volúmenes de datos. Mientras empresas como Bolt y Kickstarter han adoptado la semana laboral de cuatro días gracias a la IA, otras han optado por exprimir más a sus empleados en nombre de la eficiencia.
Neal Shah, cofundador de Counterforce Health, describe este fenómeno como la «paradoja de la productividad». En el sector de la salud, por ejemplo, la IA ha mejorado la atención médica, pero también ha generado una mayor carga administrativa para los profesionales, quienes ahora deben estar disponibles más allá de su horario tradicional.
La clave del impacto de la IA no es su capacidad de automatización, sino cómo las empresas distribuyen sus beneficios. «El impacto a largo plazo de la IA no es inevitable: depende de las decisiones organizacionales y políticas sobre cómo repartir las ganancias de productividad», advierte Arun Rai, director del Centro de Innovación Digital del Robinson College of Business.
Algunas proyecciones siguen siendo optimistas. Manuj Aggarwal, fundador de TetraNoodle Technologies, cree que la IA eventualmente aumentará los ingresos y creará nuevas oportunidades laborales, permitiendo más flexibilidad. Pero hasta que esto ocurra, los datos indican que el camino hacia un mejor balance entre trabajo y vida personal sigue siendo incierto.
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El estudio surge en un contexto de creciente ansiedad sobre el futuro del empleo. Una encuesta de Monster.com indica que el 52 % de los estadounidenses teme perder su trabajo debido a la IA. Además, un sondeo de PollFish para Beautiful.ai revela que el 41 % de los gerentes estadounidenses consideró reemplazar empleados con IA para reducir costos.
El impacto varía según la industria. Un análisis de Harvard Business Review registró una caída del 21 % en ofertas de trabajo de escritura y codificación tras la adopción de ChatGPT, y un descenso del 17 % en oportunidades para creadores de contenido visual con el auge de herramientas como Midjourney y Adobe Firefly.
La IA está redefiniendo el mundo laboral, pero no necesariamente en la dirección prometida. Lejos de reducir la carga de trabajo, la expansión de estas tecnologías está impulsando jornadas más largas y menores niveles de satisfacción en sectores clave. El debate sobre cómo distribuir sus beneficios sigue abierto, y su resolución determinará si la IA se convierte en un aliado o en un obstáculo para los trabajadores.
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