En junio de 2016, ONU Mujeres nombró a Anne Hathaway como Embajadora de Buena Voluntad, y el anuncio generó entusiasmo. No era solo una celebridad más comprometida con una causa: era una mujer que usaba su voz para amplificar una conversación pendiente sobre los cuidados no remunerados, la corresponsabilidad en la crianza y la urgente necesidad de democratizar el tiempo. Hoy, casi una década después, las preguntas no giran en torno a su compromiso —que sigue vigente— sino al verdadero impacto de esa promesa de igualdad que, en muchos rincones del mundo, aún se siente lejana.
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Desde su rol en la plataforma global, Anne Hathaway puso el foco sobre un tema históricamente invisible en las agendas de poder: la carga desproporcionada de tareas domésticas y de cuidado que enfrentan las mujeres. Respaldada por informes de ONU Mujeres, impulsó la necesidad de reformas estructurales que permitieran una distribución más justa del tiempo: licencias parentales compartidas, servicios de cuidado infantil accesibles y políticas laborales más humanas. Su activismo, sin embargo, fue mucho más allá de los discursos: se sumó a iniciativas como Girl Rising, narrando historias de niñas que desafiaban barreras culturales y sociales para acceder a la educación, y trabajó junto a la Fundación Nike para visibilizar el impacto del matrimonio infantil.
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Pero los números, como siempre, no mienten: según el Informe de Género 2024 del Foro Económico Mundial, la brecha global de género se ha cerrado en un 68,4%, lo que significa que, al ritmo actual, tomará más de 130 años alcanzar la igualdad plena. A pesar del esfuerzo colectivo, la pandemia del COVID-19 desnudó —y profundizó— las desigualdades: entre 2020 y 2022, las mujeres dedicaron un 30% más de tiempo a cuidados no remunerados en comparación con los hombres, y enfrentaron una salida masiva del mercado laboral. En países de ingresos bajos y medios, la situación es aún más crítica: el 90% de las mujeres trabaja en condiciones informales, muchas veces sin acceso a licencias maternales dignas o redes de protección social.
Hoy, mientras las voces feministas se multiplican en el ámbito corporativo, político y digital, la figura de Hathaway sigue representando algo crucial: la necesidad de que líderes visibles hablen —con datos, con convicción, con humanidad— sobre temas estructurales que siguen afectando a millones de mujeres. Anne Hathaway no solo ha sido una actriz galardonada que decidió “tomar partido”, sino una mujer que comprendió cómo transformar su privilegio en una herramienta de cambio al ejercerlo con responsabilidad.
Porque la igualdad de género no es un acto de caridad, es una deuda histórica. Y aún no ha sido saldada.
130 años: tiempo estimado para alcanzar la igualdad de género según el Foro Económico Mundial (2024).
30% más: tiempo adicional que las mujeres dedicaron a los cuidados no remunerados post pandemia.
10.8 billones de dólares: valor estimado del trabajo de cuidado no remunerado de las mujeres a nivel mundial (OIT, 2022).
+75 países han adoptado reformas sobre licencias parentales desde 2016, pero solo 10 ofrecen igualdad real en el permiso a ambos progenitores.
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