El panorama laboral ha evolucionado considerablemente desde los tiempos en que nuestros abuelos se jubilaban en la misma empresa donde empezaban a trabajar. Hoy en día, el job hopping, la tendencia en la que un profesional cambia de trabajo voluntariamente, se ha convertido en una práctica común. Especialmente entre las generaciones más jóvenes. Aunque no ha pasado mucho tiempo, este cambio refleja una transformación significativa en la mentalidad laboral.
En países como el nuestro, esta flexibilidad está comenzando a ganar terreno, aunque todavía con cierto recelo. Mientras algunos valoran el job hopping como una forma positiva de desarrollo profesional, otros lo ven como un signo de inestabilidad y falta de confianza.
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Rosario Sierra, directora de negocio corporativo de LinkedIn España y Portugal, destaca que el 62% de los españoles está considerando cambiar de trabajo este año. Las razones principales incluyen la búsqueda de un salario más alto (36%), un mejor equilibrio entre la vida laboral y personal (28%), nuevas oportunidades de crecimiento (19%) y la posibilidad de trabajar con personas nuevas (14%).
Según Sierra, estos datos subrayan la importancia de que las empresas reconozcan las prioridades cambiantes de los empleados. “Es esencial que las organizaciones inviertan en una cultura que fomente el aprendizaje continuo, ofrezca oportunidades de desarrollo profesional y promueva políticas de flexibilidad laboral. Solo así podrán construir equipos más comprometidos y motivados, y atraer y retener talento valioso”.
El mercado laboral actual es mucho más dinámico que en el pasado, y el cambio de trabajo se está normalizando cada vez más. La pandemia mundial y la llamada «Gran Reorganización» han llevado a los profesionales a replantearse sus prioridades. “Hoy en día, los empleados no solo piensan en qué trabajan, sino en por qué y cómo lo hacen. Buscan flexibilidad, equilibrio y empresas que compartan sus valores”, explica Sierra.
A pesar de estos cambios, algunas empresas aún pueden percibir el job hopping como un signo de inestabilidad. Para Sierra, es crucial que tanto empleados como empleadores trabajen juntos para cambiar esta percepción. “Los empleados deben reflexionar sobre lo que han aprendido y cómo pueden aportar valor a una nueva empresa gracias a sus experiencias anteriores. Es hora de normalizar el cambio de carrera y la búsqueda de culturas empresariales que se alineen mejor con nuestros valores”.
Para Sierra, cada experiencia laboral ofrece una oportunidad de crecimiento. “Cada trabajo nos expone a diferentes estilos de liderazgo, metodologías de trabajo y culturas organizacionales. Esta adaptabilidad es clave en un entorno laboral tan cambiante como el actual, especialmente con la llegada de nuevas tecnologías”.
Sierra comparte su propia experiencia como ejemplo de esta adaptabilidad. “Estudié psicología, pero al comenzar a ejercer, me di cuenta de que ese no era mi camino. Decidí emprender y luego vendí mi empresa para aprender inglés en Londres, donde trabajé en una zapatería. Más tarde, conseguí un trabajo en Google y después en LinkedIn, convirtiéndome en la primera mujer en formar parte de la empresa en España”.
Al buscar empleo, es fundamental hablar de estos cambios con naturalidad y destacar lo positivo que podemos aportar a una empresa. “Debemos presentar cada cambio como una decisión estratégica para nuestro desarrollo profesional, resaltando los logros y habilidades adquiridos y cómo estos nos preparan para el rol actual”, aconseja Sierra.
Comunicar de manera clara y coherente nuestras experiencias ayudará a los reclutadores a obtener una visión más amplia de quiénes somos como profesionales, nuestras metas y cómo podemos ser un activo valioso para la compañía.
