El té verde, una bebida milenaria apreciada por sus beneficios antioxidantes, vuelve a ser protagonista en el campo de la investigación científica. Un reciente estudio japonés, publicado en la revista Science of Food de Nature Portfolio, sugiere que el consumo regular de té verde podría reducir el riesgo de sufrir demencia, posicionándose como un aliado natural en la prevención del deterioro cognitivo.
El té verde es rico en catequinas, potentes antioxidantes que combaten los radicales libres responsables del envejecimiento celular. Junto con la cafeína y la L-teanina, estos compuestos no solo mejoran la concentración y reducen la ansiedad, sino que también ofrecen una protección significativa al cerebro. Según el estudio, quienes consumen tres o más tazas de té verde al día presentan un 3% menos de lesiones en la sustancia blanca cerebral, un factor de riesgo clave para enfermedades como el Alzheimer y la demencia vascular.
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La investigación analizó datos de 8,766 voluntarios japoneses mayores de 65 años entre 2016 y 2018. Mediante cuestionarios de frecuencia alimentaria y resonancias magnéticas cerebrales, los científicos evaluaron el consumo de té verde y su relación con las lesiones en la sustancia blanca cerebral. El hallazgo más relevante fue que los participantes que bebían entre siete y ocho tazas diarias tenían un 6% menos de lesiones en comparación con quienes solo consumían una taza.
Curiosamente, el estudio no encontró diferencias significativas en el volumen total del cerebro ni en el hipocampo, áreas también asociadas con el deterioro cognitivo. Además, el consumo de té verde no mostró efectos diferenciados en personas con depresión o portadoras del gen APOE4, vinculado al Alzheimer.
La hipertensión es uno de los principales factores de riesgo para las lesiones en la sustancia blanca cerebral. El té verde, conocido por sus propiedades antihipertensivas, podría desempeñar un papel crucial en este aspecto. Estudios previos han demostrado que el consumo regular de esta infusión puede reducir la presión arterial sistólica y diastólica, fortaleciendo su rol como protector cerebral.
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El impacto positivo del té verde no se limita a la prevención de la demencia. Un estudio surcoreano publicado en Nutrients en 2018 reveló que el consumo de al menos tres tazas semanales disminuye en un 21% el riesgo de desarrollar depresión. La combinación de cafeína y L-teanina favorece un estado de alerta relajado, mejorando la memoria y la atención.
Además, sus propiedades antiinflamatorias contribuyen a la salud cerebral. Un metaanálisis en Nutrition Reviews (2023) destacó que las dietas con baja carga inflamatoria reducen en un 29% el riesgo de depresión, y el té verde juega un papel clave en este tipo de alimentación.
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La evidencia sigue acumulándose: el té verde no es solo una bebida, sino una herramienta poderosa para el bienestar mental y físico, reafirmando su lugar en la medicina preventiva del siglo XXI. Para los profesionales de la salud y emprendedores del sector, estas investigaciones abren nuevas oportunidades para el desarrollo de productos y programas de bienestar que promuevan el consumo consciente de esta infusión milenaria.
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