Las redes sociales han transformado la forma en que nos percibimos y nos relacionamos con nuestro cuerpo. Lo que comenzó como una simple herramienta de conexión se ha convertido en un factor que influye directamente en la salud mental de millones de personas, en especial de adolescentes y jóvenes adultos. Investigaciones recientes advierten que la constante exposición a imágenes idealizadas en plataformas como Instagram y TikTok puede aumentar el riesgo de desarrollar trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
Los filtros, la edición de imágenes y la selección meticulosa de las mejores fotos crean un estándar de belleza inalcanzable. La necesidad de obtener aprobación en forma de ‘likes’ y comentarios positivos puede convertirse en una obsesión, sobre todo para personas vulnerables.
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Un estudio realizado por el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge reveló que aproximadamente 400.000 personas en España padecen un TCA. La población más afectada son los jóvenes entre 12 y 21 años, con una prevalencia del 4,1 al 4,5% según datos de la Associació Contra l’Anorèxia i la Bulímia (ACAB). La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta sobre los peligros de la anorexia y la bulimia nerviosa, ya que pueden derivar en complicaciones físicas graves, incluidas enfermedades cardiovasculares y osteoporosis.
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Facebook realizó un estudio interno en el que concluyó que Instagram puede ser «tóxica» para los adolescentes, especialmente para las mujeres. El informe, filtrado por The Wall Street Journal, señaló que el 32% de las adolescentes encuestadas afirmó que la aplicación les hace sentir peor con su imagen corporal. Además, la constante comparación con figuras idealizadas en redes sociales puede alterar la percepción de uno mismo y fortalecer la inseguridad.
Otro estudio, Uso de redes sociales y riesgo de padecer TCA en jóvenes, reveló una correlación significativa entre el tiempo de uso de redes y la probabilidad de desarrollar un trastorno alimenticio. Se encuestó de forma anónima a 108 jóvenes de entre 18 y 30 años mediante el test Eating Attitudes Test-26 y preguntas específicas sobre el uso de redes. Los resultados fueron contundentes: el uso frecuente de redes sociales, combinado con experiencias negativas en ellas, aumentó el riesgo de TCA.
La crisis sanitaria del COVID-19 agravó la situación. El aislamiento, la incertidumbre y el aumento del tiempo en redes sociales intensificaron los problemas de salud mental. La psicóloga Mónica Muñoz, directora de ITA Argentona, explicó a La Vanguardia que «la necesidad de control en un panorama incierto se focaliza en la comida y el cuerpo, llevando a una espiral difícil de romper».
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Si bien las redes sociales pueden representar un factor de riesgo, también pueden ser una herramienta positiva si se usan de manera consciente. Psicólogos y especialistas recomiendan:
El vínculo entre las redes sociales y los trastornos alimenticios es innegable, pero con educación y conciencia, se puede mitigar su impacto. La clave está en cambiar la narrativa digital y promover una cultura de aceptación y salud mental equilibrada.
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