Café con leche, pan, galletas o bollería industrial. Esa podría ser la radiografía de miles de desayunos dominicanos, repetidos casi como un ritual. Pero ¿alguna vez te has preguntado qué efecto tiene esa rutina alimentaria en tu cuerpo? La respuesta es directa: tu organismo lo resiente, tu metabolismo se estanca y tu bienestar se compromete.
Vanesa León, nutricionista y asesora técnica de Biogran, lanza una advertencia clara: “Si no comes y cenas lo mismo cada día, ¿por qué desayunas igual todos los días?”. Desde una perspectiva clínica y empresarial, esta costumbre tiene implicaciones más profundas de las que imaginas, afectando desde la prevención de enfermedades metabólicas hasta la eficiencia cognitiva, dos áreas críticas en una sociedad productiva.
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El desayuno no es solo una comida, es una oportunidad metabólica. Es el momento donde el cuerpo puede recibir el primer impulso de energía, vitaminas, minerales, grasas saludables y proteínas. Pero si ese impulso es siempre el mismo, tu metabolismo se acostumbra, tus niveles de glucosa se desequilibran y el rendimiento físico y mental comienza a fluctuar.
Según León, “un desayuno variado es un aliado de la salud. Pero también es una inversión estratégica en el rendimiento profesional, especialmente en personas que enfrentan jornadas cognitivamente demandantes”.
Por ejemplo, si tu día requiere enfoque mental, lo ideal es priorizar alimentos ricos en omega 3, magnesio, fósforo y vitamina C: semillas de lino, cereales integrales, cacao y té. En cambio, si tu jornada es físicamente intensa, tus aliados deben ser el aguacate, el huevo, el skyr o la quinoa: alta densidad nutricional y energía sostenida.
En la era de la medicina personalizada y la nutrición funcional, la uniformidad alimentaria ya no es viable. Cambiar el desayuno según la edad, la estación del año o el nivel de actividad física no solo es recomendable, es estratégico para la salud a largo plazo.
Por ejemplo, a partir de los 50 años, la inflamación y la pérdida muscular (sarcopenia) ganan protagonismo. Para contrarrestar esos procesos biológicos, el desayuno debe incluir cúrcuma, semillas de lino, jengibre, vitamina D, zinc y antioxidantes naturales.
Uno de los errores más frecuentes no está en lo que se come, sino cómo se come. La primera comida del día suele hacerse en piloto automático, entre correos pendientes, tráfico o revisión de redes sociales. “Este automatismo afecta la digestión, la saciedad e incluso el estado emocional”, explica León.
La alternativa es clara: alimentación consciente. Masticar con calma, saborear, desconectar del móvil y reconectar con el cuerpo. Estudios recientes en neurociencia nutricional demuestran que una actitud consciente durante las comidas mejora la absorción de nutrientes y reduce síntomas digestivos comunes como inflamación o reflujo.
Uno de los ingredientes más versátiles y funcionales que puedes incorporar para diversificar tu desayuno son las semillas: chía, cáñamo, lino, calabaza. Son fuentes concentradas de fibra, proteínas vegetales, ácidos grasos esenciales y minerales. Además, aportan textura, saciedad y regulan el tránsito intestinal.
Eso sí: para aprovechar todo su potencial, hay que activarlas. ¿Cómo? Remojarlas durante la noche o molerlas antes de consumir. De lo contrario, pasarán por el organismo sin liberar sus nutrientes.
Según la ciencia nutricional, el orden en que consumes los alimentos puede cambiar tu respuesta metabólica. Si comienzas el desayuno con azúcares simples (bollería, zumo, mermeladas), provocas un pico de glucosa difícil de controlar. Pero si inicias con proteínas, fibra o grasas saludables (como huevo, aguacate o avena), estabilizas la respuesta glicémica y ganas energía sostenida.
Una de las grandes revoluciones del desayuno saludable pasa por los productos ecológicos. Y no es solo un tema de “salud verde”: es un negocio creciente. En España, el 66% de los hogares compraron productos BIO en 2024, según la consultora Nielsen. En República Dominicana, aunque el mercado aún es emergente, los consumidores comienzan a interesarse por productos sin pesticidas, sin aditivos artificiales y con mejor trazabilidad.
Los cereales ecológicos, bebidas vegetales fortificadas, tortitas de arroz o avena y superalimentos como la cúrcuma o el jengibre se abren paso en los hogares conscientes. “Este tipo de cultivos ofrecen más antioxidantes y minerales porque respetan los tiempos de la tierra”, asegura León.
En un entorno donde la salud preventiva es la mejor inversión y la alimentación funcional se convierte en un pilar de productividad, desayunar todos los días lo mismo puede ser cómodo, pero es una decisión pobre en nutrientes y rica en riesgos.
Rotar, combinar, adaptar y observar. Esa es la nueva receta del desayuno inteligente. Y en el mundo de los negocios de la salud, donde el cuerpo y la mente son el capital más valioso, elegir bien cómo se inicia el día puede marcar la diferencia entre sobrevivir… o rendir al máximo.
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