En un mundo saturado de dietas extremas y tendencias nutricionales de moda, una estrategia tan simple como revolucionaria está ganando terreno entre endocrinólogos, dietistas y biohackers: el orden de los alimentos importa si quieres perder peso. Esta propuesta, conocida como secuenciación de las comidas, podría ser el eslabón perdido en la lucha contra la obesidad, la resistencia a la insulina y el síndrome metabólico, un trío que representa una pesada carga sanitaria y económica en República Dominicana y toda América Latina.
Aunque la mayoría de los enfoques nutricionales se centran en qué comer, este nuevo método se enfoca en cuándo consumir cada grupo de alimentos dentro de una misma comida. Primero van las verduras sin almidón, luego las proteínas y grasas saludables, y por último los carbohidratos. ¿La razón? Este patrón reduce los picos de glucosa postprandial (después de comer), regula el apetito, y mejora la sensibilidad a la insulina, según diversos estudios clínicos publicados en Nutrients y avalados por expertos de la Academia de Nutrición y Dietética en EE.UU.
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En un país donde el 31 % de la población presenta sobrepeso y la diabetes tipo 2 avanza a ritmo preocupante (según cifras del Ministerio de Salud Pública), este método podría redefinir las políticas públicas de prevención y educación alimentaria. No se trata de eliminar los carbohidratos, sino de darles el lugar correcto en el plato… y en el momento adecuado del día.
Comer primero verduras ricas en fibra, como el brócoli, la lechuga, los espárragos o el repollo, ralentiza el vaciamiento gástrico y crea una especie de “barrera” que limita la absorción rápida de glucosa. Luego, el consumo de proteínas (como huevos, pollo o pescado) y grasas saludables (aguacate, aceite de oliva, frutos secos) mantiene la sensación de saciedad. Por último, los carbohidratos—especialmente los refinados como arroz blanco, pan o harinas—se metabolizan más lentamente, evitando el clásico pico y bajón de azúcar en sangre.
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Lo que provoca los picos de azúcar es comer demasiados hidratos de carbono solos, según nutriólogos expertos. Al combinarlos con proteínas y fibra, amortiguamos su impacto al ralentizar su absorción.
Este sencillo cambio de orden puede hacer una gran diferencia: en un estudio longitudinal de cinco años citado por Nutrients, pacientes que adoptaron la secuenciación de alimentos mostraron mejoras sustanciales en su control glucémico, mientras que quienes no lo hicieron, no lograron avances medibles.
El concepto de comer con estrategia metabólica está siendo respaldado por un creciente cuerpo de evidencia científica. Un informe de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) subraya que los picos de glucosa no solo están relacionados con la diabetes, sino también con el riesgo cardiovascular y deterioro cognitivo a largo plazo. Regular estos picos mediante el orden de los alimentos no requiere medicamentos ni suplementos, solo consciencia y constancia.
“Este método es particularmente útil para personas con resistencia a la insulina o síndrome metabólico”, explicó Caroline Susie, nutricionista clínica en Dallas. “Pero también lo recomiendo para cualquier persona que quiera mantener niveles estables de energía durante el día y evitar atracones”, añadió.
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Primero, vegetales sin almidón: col, espinacas, pepino, lechuga, berenjena o calabacín.
Segundo, proteínas y grasas buenas: huevos, queso, pescado, aguacate, nueces.
Por último, los carbohidratos: arroz, papa, pasta, pan o frutas dulces.
Acompaña con agua, no jugos, ya que estos últimos disparan la glucosa incluso antes de comer.
Evita “picar” solo carbohidratos: un pan o galleta a media mañana puede causar una montaña rusa de azúcar y hambre.
Este enfoque podría cambiar nuestra relación con la comida de manera positiva, sin la ansiedad de contar calorías o eliminar grupos alimenticios. En lugar de decir «no comas arroz», podríamos empezar a decir «come el arroz al final». La diferencia no es solo semántica, es metabólica.
Para República Dominicana, adoptar este modelo no solo puede mejorar indicadores de salud pública, sino también abrir oportunidades para innovación en el ecosistema de salud y nutrición.
Porque a veces, no se trata de lo que comes… sino de cuándo lo comes.
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