¿Se puede curar el desamor con paracetamol?
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¿Se puede curar el desamor con paracetamol?

Por | mayo 8, 2025

¿Se puede curar el desamor con paracetamol?

El desamor no solo rompe corazones: también activa los mismos circuitos cerebrales que el dolor físico. Aunque parezca una metáfora romántica, la ciencia ha confirmado que el sufrimiento emocional puede sentirse tan intensamente como una herida real. Esta sorprendente conexión entre mente y cuerpo ha llevado a investigadores a preguntarse si medicamentos diseñados para aliviar dolores físicos, como el paracetamol, también podrían mitigar el dolor de una ruptura amorosa.

Desamor y neurociencia: cuando el rechazo «duele de verdad»

En un estudio pionero publicado en Science en 2003, la psicóloga Naomi Eisenberger utilizó imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI) para mostrar que el rechazo social activa la corteza cingulada anterior, la misma región cerebral que se enciende cuando sentimos dolor físico. Años después, nuevos hallazgos revelaron que ver fotografías de una expareja podía despertar actividad en la ínsula posterior y la corteza somatosensorial secundaria, responsables del procesamiento sensorial del dolor físico.

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Esto sugiere que el sufrimiento por desamor no es solo un drama emocional, sino una respuesta biológica real. Desde una perspectiva evolutiva, esto tiene sentido: los humanos, como especie social, dependemos de los vínculos afectivos para sobrevivir. Perderlos se convierte, entonces, en una amenaza percibida que el cerebro trata como una lesión física.

analgésico para el desamor

Paracetamol: ¿una cura temporal para el corazón roto?

Con esta base científica, un grupo de investigadores propuso una hipótesis audaz: si el dolor emocional y físico comparten rutas neuronales, ¿podría un analgésico como el paracetamol aliviar el dolor de una pérdida afectiva? En un ensayo clínico publicado en Psychological Science, los participantes que tomaron paracetamol diariamente durante tres semanas reportaron menor intensidad de dolor emocional ante experiencias de rechazo social que quienes recibieron un placebo. Además, sus cerebros mostraron una menor activación en regiones asociadas al sufrimiento.

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Estos resultados abren un interesante campo de investigación en neuropsicofarmacología. No obstante, los científicos advierten que este efecto es moderado y no sustituye la atención terapéutica profesional. El paracetamol no cura el desamor, pero podría ser un recurso transitorio para reducir la carga emocional en los momentos más agudos del duelo afectivo.

¿Es ético medicar el dolor emocional?

La posibilidad de usar analgésicos para tratar el mal de amores plantea un debate médico y ético. ¿Dónde trazamos la línea entre aliviar el sufrimiento y medicalizar la experiencia humana? Si cada ruptura amorosa o episodio de soledad puede ser tratado con una píldora, corremos el riesgo de invisibilizar la complejidad emocional que forma parte del proceso humano de adaptación, crecimiento y resiliencia.

Este dilema no es nuevo. En las últimas décadas, el uso de medicamentos como los antiinflamatorios no esteroides (AINEs) para tratar síntomas depresivos ha crecido. Un metaanálisis publicado en JAMA Psychiatry que analizó datos de más de 6,000 pacientes mostró que fármacos como el celecoxib pueden tener un efecto positivo en casos específicos de depresión leve a moderada. Aun así, no son tratamientos de primera línea y deben ser utilizados con precaución.

La trampa de los opioides: alivio rápido, riesgo profundo

La búsqueda de alternativas farmacológicas ha llegado incluso al uso de opioides, como la buprenorfina, en dosis bajas para tratar la depresión resistente y la ideación suicida. Aunque algunos estudios reportan mejoras sin efectos secundarios graves, el uso de opioides plantea un riesgo serio de adicción y dependencia. La epidemia de opioides en Estados Unidos ha dejado una lección clara: aliviar el sufrimiento a cualquier costo puede tener consecuencias devastadoras.

La salud mental en el centro del modelo de atención

Para los profesionales de la salud en República Dominicana, estos hallazgos abren una nueva conversación sobre la integración de la salud mental en el abordaje clínico. El dolor emocional ya no puede tratarse como un síntoma invisible o menor. Desde el Ministerio de Salud Pública hasta las clínicas privadas, urge consolidar un enfoque biopsicosocial que reconozca la interacción entre cuerpo, mente y entorno.

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Además, en un contexto donde muchas personas aún tienen acceso limitado a servicios de salud mental, especialmente fuera de los grandes centros urbanos, las soluciones farmacológicas rápidas pueden generar una falsa sensación de bienestar y evitar que se aborde la raíz emocional del problema.

¿Pastilla para el desamor?

La ciencia ha demostrado que el dolor por desamor no es solo poético: es neurobiológicamente real. Medicamentos como el paracetamol pueden ofrecer un alivio temporal, pero no reemplazan el trabajo emocional necesario para sanar. En lugar de buscar una cura inmediata, debemos promover el acompañamiento terapéutico, la educación emocional y una mayor inversión en salud mental.

En tiempos donde la salud emocional se ha vuelto una prioridad global, comprender cómo interactúan nuestras emociones con el cuerpo nos permite ser más empáticos, más humanos… y también más responsables con el uso de la ciencia en la vida cotidiana.

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