En la actualidad, el cortisol es conocido como la «hormona del estrés», pero ¿realmente debemos temerle o es solo un malentendido más en la era de la información rápida? Los niveles de cortisol son un tema de debate constante entre expertos y personas que buscan entender cómo esta hormona impacta nuestra salud. Mientras que algunos creen que el cortisol es el villano en una historia de fatiga crónica, aumento de peso y ansiedad, otros lo defienden como una hormona esencial para el bienestar.
Las glándulas suprarrenales, situadas sobre los riñones, son las responsables de producir el cortisol, una hormona esteroidea esencial para diversas funciones del organismo. Esta hormona tiene un rol fundamental en una variedad de procesos fisiológicos, tales como el metabolismo, la función inmune, la regulación del sueño y la respuesta al estrés. Su función principal, conocida desde hace siglos, es ayudar al cuerpo a reaccionar ante situaciones de amenaza, lo que lo convierte en un componente esencial de la respuesta «lucha o huye».
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Cuando nos enfrentamos a situaciones estresantes, el cuerpo activa una serie de reacciones hormonales y fisiológicas para ayudarnos a lidiar con la amenaza. El cortisol libera energía y ajusta el funcionamiento de varios sistemas para que podamos responder con rapidez y eficacia.
Según la endocrinóloga Anat Ben-Shlomo, “sin cortisol, no podríamos sobrevivir. Es una hormona vital para el cuerpo y desempeña un papel central en la regulación de la salud.”
En los últimos años, el concepto de «fatiga suprarrenal» se ha popularizado en círculos de salud alternativa e incluso en redes sociales. Se afirma que el estrés prolongado agota las glándulas suprarrenales, lo que llevaría a una insuficiencia de cortisol y a un conjunto de síntomas como cansancio extremo, dolores de cabeza, y alteraciones en el sueño. Sin embargo, los expertos refutan este mito.
La profesora Anne Cappola, endocrinóloga de la Universidad de Pensilvania, aclara que las glándulas suprarrenales tienen una capacidad impresionante de adaptación. «Realmente se necesita un evento significativo para que tus glándulas suprarrenales dejen de funcionar correctamente» Con esto la doctora desmiente la idea de que el estrés crónico causa ‘fatiga suprarrenal’.
Este concepto erróneo ha llevado a la autodiagnosis y al consumo de suplementos no regulados que, según los expertos, podrían no solo ser innecesarios, sino potencialmente peligrosos. Es importante recordar que si bien el estrés puede generar un malestar físico y emocional, las glándulas suprarrenales no se «queman» por la sobrecarga de trabajo, como muchos creen.
Aunque los trastornos relacionados con el cortisol son raros, existen condiciones graves que resultan de un desequilibrio en sus niveles. El síndrome de Cushing, causado por niveles excesivos de cortisol, se presenta en casos de tumores en la glándula pituitaria, lo que puede llevar a aumento de peso, debilidad muscular y problemas metabólicos.
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Por otro lado, la insuficiencia suprarrenal crónica, como la enfermedad de Addison, ocurre cuando las glándulas suprarrenales no producen suficiente cortisol. Esta condición puede provocar fatiga intensa, mareos y otros síntomas debilitantes. Sin embargo, ambas son enfermedades raras, y los expertos coinciden en que son difíciles de diagnosticar y suelen ser confundidas con otras patologías.
Si bien la «fatiga suprarrenal» es un mito, no se puede negar que el estrés crónico tiene efectos negativos en la salud. Un nivel elevado de estrés durante períodos prolongados puede llevar a problemas de salud graves, como trastornos del estado de ánimo, enfermedades cardiovasculares e incluso diabetes.
Diversos estudios respaldan que la exposición prolongada a situaciones estresantes afecta negativamente al cuerpo, alterando la función inmune, promoviendo la inflamación crónica y alterando la salud mental. Según investigaciones, las personas que experimentan múltiples adversidades en la infancia tienen una mayor predisposición a sufrir trastornos como la obesidad y problemas cardíacos en la adultez.
El estrés es inevitable, pero lo que podemos controlar es cómo lo gestionamos. Para evitar sus efectos dañinos, los expertos sugieren adoptar hábitos de vida saludables que ayuden a reducir la carga hormonal negativa. Ejercicio regular, una dieta balanceada, prácticas como la meditación y el mindfulness, y dormir lo suficiente son fundamentales para mantener el equilibrio hormonal y preservar nuestra salud.
Como menciona la endocrinóloga Ben-Shlomo, “el estrés es un factor que puede desencadenar una serie de enfermedades, pero al modificar nuestro estilo de vida, podemos reducir significativamente sus efectos negativos y mejorar nuestra salud general.”
El cortisol no es el enemigo que a menudo se presenta en los mitos populares. De hecho, es una hormona crucial para nuestra supervivencia, y, en niveles normales, contribuye a nuestra capacidad para afrontar el estrés y adaptarnos a situaciones desafiantes. Aunque el estrés crónico puede tener efectos dañinos en la salud, no debemos alarmarnos innecesariamente por los niveles de cortisol sin una base médica sólida. En lugar de temerle, lo importante es enfocarnos en manejar el estrés de manera efectiva y adoptar un estilo de vida saludable para mantener un equilibrio adecuado.
En resumen, el cortisol no nos intoxica, nos ayuda. Si bien es fundamental estar atentos a los síntomas y acudir al médico en caso de sospechas de trastornos hormonales, la clave radica en conocer cómo funciona nuestro cuerpo y cómo podemos mantenerlo en equilibrio.
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