Desde que aparecieron los primeros de casos de la COVID-19, la humanidad ha vivido momentos de mucho temor e incertidumbre. Este virus de fácil contagio ataca los pulmones, las vías respiratorias y deja importantes secuelas a quienes la han padecido.
Frente a esta realidad, la vacuna es la luz al final del túnel. Sin embargo, hay muchas personas escépticas que no creen o que creen en los resultados de la vacunación.
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Pensar en esta negativa, nos pone aún más contra la pared porque a la fecha hay millones de personas infectadas y fallecidas; y la cifra? sigue en ascenso.
Muchas enfermedades infecciosas son prevenibles a través de las vacunas, algunas de las cuales habían sido eliminadas o controladas, como la polio y el sarampión. En 2019 la Organización Mundial de la Salud (OMS) identificó la “reticencia vacunal” como una de las diez amenazas más importantes para la salud global.
Con la pandemia por COVID-19, resurgió el debate sobre la importancia y necesidad de contar con vacunas que sean efectivas, confiables y de rápido desarrollo. Con la aprobación de las vacunas, que ya han inoculado a millones de personas, los estudios continúan su curso, pero se prevé que reportan una eficacia de un 90% a un 94 % existen personas que aún tienen dudas de si ponérsela o no.
La OMS, a través de su Strategic Advisory Group of Experts (SAGE), define la reticencia vacunal como “el retraso en la aceptación o el rechazo de las vacunas a pesar de su disponibilidad”. Este fenómeno se origina al tener una simple duda, pasando por el retraso a ponerse una o más vacunas, hasta el rechazo total a la vacunación. En esta reticencia incide el nivel de educación; así como los factores socioculturales como la religión, que pueden influir en la decisión afirmativa o negativa de la vacunación.
De igual forma, la aceptación o rechazo de las vacunas depende tanto de la confianza en los profesionales de la salud como del propio sistema sanitario.
En un estudio realizado en 19 países, publicado en la revista médica mensual ‘Nature Medicine’, solo el 32% de los participantes (4,286 de 13,426), aceptaría vacunarse de COVID-19. “Si fuera recomendada por su empleador y estuviera comprobada su seguridad y efectividad por el gobierno”.
Otras experiencias globales realizadas en profesionales de la salud y estudiantes universitarios muestran también entre un 13% y un 60% de dudas ante una posible vacuna. Estos datos son especialmente alarmantes, ya que los profesionales sanitarios asumen un enorme protagonismo en relación a la decisión de vacunar, ya que por un lado son la fuente de información más consultada por las familias y, por otro, sus convicciones y actitudes son factores determinantes en la decisión de las familias.
Aunque las tasas de reticencia a vacunarse con una posible vacuna de COVID-19 varían, lo cierto es que se debe aumentar la confianza en las vacunas y en su proceso de desarrollo.
Contrarrestar esta realidad
Es vital promover la importancia de comunicar bien el proceso de desarrollo de las vacunas pasando por los estudios de eficacia y seguridad hasta la implementación de las campañas de vacunación. Los científicos siguen informando que para controlar esta actual pandemia, es necesario contar con una amplia disponibilidad de la vacuna y enfrentar las posibles reticencias.
Planean además, que será imprescindible realizar un esfuerzo especial para informar y trabajar con los profesionales sanitarios decisivos en la atención a las familias e incluir las poblaciones más vulnerables como migrantes en situación irregular, personas que viven en peligro de exclusión social.
Los esfuerzos y las políticas para frenar esta pandemia serán exitosos si se incluyen a las personas, que a menudo son olvidadas por la sociedad. Para quienes aún dudan en vacunarse, es importante informarles que las vacunas están sometidas a procesos de evaluación muy rigurosos, incluyendo su aprobación por una agencia reguladora. Otro reto es que con las vacunas aprobadas y en ejecución, llegue a todas las personas en el globo terráqueo.
Mientras, en República Dominicana, la vacunación inició el miércoles 24 de febrero, como indica el protocolo, primero con el personal sanitario; luego los envejecientes, docentes… El gobierno, a través del Gabinete de Salud ha informado que el proceso seguirá en marcha hasta completar los 7 millones de personas en edad para recibir la vacuna.
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