Esta condición, caracterizada por la disminución o ausencia del arco longitudinal en la planta del pie, puede causar síntomas en los niños que van desde dolor en el talón o en el arco y molestia cuando camina y corre. Mientras que en los adultos puede provocar malestar en la espalda, la cadera y las rodillas.
El pie con arco disminuido es relativamente común en una edad creciente, y afecta al menos un 3 % de las mujeres a partir de los 40 años y a más de un 10 % de las personas mayores de 65 años. El diario HealthDay News detalla que esta afección es más común en la población femenina, siendo el exceso de peso un factor que puede aumentar el riesgo.
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Además, puede ser congénita; presentándose desde el nacimiento, o adquirida a lo largo de la vida debido a diversos factores, como lesiones, desgaste del cartílago, debilidad de los músculos y ligamentos del pie, así como el envejecimiento.
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Si bien hay diversas formas que engloban esta disfunción, todas comparten una característica: la caída parcial o total del arco inferior. El portal web Foot Health Facts detalla que cuando el niño tiene síntomas, el médico especialista le indicará algunas terapias como las siguientes:
En algunos casos de anomalía asintomática se puede contemplar el uso de dispositivos ortopédicos a la medida.
Su diagnóstico se realiza mediante un examen físico, en el cual el médico evalúa la forma del pie y su funcionalidad.
Es común escuchar el mito de que esta alteración siempre requiere tratamiento o cirugía. Sin embargo, según la American Academy of Orthopedic Surgeons (AAOS), la mayoría de las personas con esta alteración no experimentan problemas significativos y no necesitan terapia. Solo cuando se asocia con dolor o afecta la calidad de vida, se deben considerar algunas opciones, como la utilización de calzado adecuado, ejercicios de fortalecimiento, fisioterapia, plantillas ortopédicas o soportes de arco.
Aunado a ello, existe la idea errónea de que es una condición permanente e irreversible. No obstante, según un artículo publicado en el Journal of the American Pediatric Medical Association, esta alteración en la infancia es una variación ordinaria y muchos niños desarrollan un arco normal a medida que crecen.
Es importante diferenciar entre el pie plano flexible, que se aplana al estar parado, pero vuelve a su forma normal en reposo, y el pie plano rígido, en el cual el arco permanece plano en todas las circunstancias.
También se ha sugerido que este problema es hereditario y que, si los padres lo tienen, sus hijos lo heredarán inevitablemente. Si bien puede haber una predisposición genética, no significa que todos los hijos de padres con pie plano lo desarrollarán. La influencia de factores ambientales y de estilo de vida también juega un papel relevante en el desarrollo de este trastorno, según reseña la revista Rheumatology.
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